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Una asociación que apuesta por el desarrollo de mujeres en riesgo de exclusión social.
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Equipo solidaridad cuenta con talleres de alfabetización, de competencias claves, infantiles, de nuevas tecnologías…
Cuando visitamos el corazón del Casco Antiguo de Badajoz, jamás pasa desapercibida a los ojos de la gente la Catedral, el Ayuntamiento, bares y restaurantes como el “Pepe Jerez”, el “Carmen”, comercios como “El corte de espín”…y, si seguimos avanzando por la calle San Juan, podemos encontrarnos con el nuevo espacio artístico y cultural “La casa de los sentidos”, o la mítica droguería “El globo”. Después de un pequeño tramo de discotecas y pubs famosos entre la juventud pacense, continuamos por esta calle que muere en la Plaza Alta, dejando atrás algunas viviendas invisibles a los ojos de estudiantes que suben a la facultad de Documentación y Comunicación, de paseantes, de turistas, de aquellos que no conocen la cara invisible del barrio. Entre esas viviendas que pasan desapercibidas nos encontramos una muy especial; un rincón de solidaridad abierto a todas las mujeres que lo necesiten.
La Asociación Equipo Solidaridad, ganadora del Primer Premio Miguel Hernández 2014 y representante de España en la UNESCO en 2015, reside en esta vivienda invisible para algunos y guarda una escuela de mujeres, humilde de recursos y rica en esfuerzo, trabajo y voluntad.
A las 19:00 horas de un viernes cualquiera Pilar nos abrió las puertas de esta asociación. Habíamos quedado con ella para que nos esbozara brevemente las actividades que desarrollan en la escuela de mujeres, pero lo que comenzó siendo una entrevista sencilla terminó convirtiéndose en un encuentro inolvidable con todo el equipo; un equipo compuesto por 5 mujeres de armas tomar.
Cuando le pedimos a María Luisa, a Pilar, a Mari Ángeles, a Mercedes y a Amalia que nos contaran las actividades que llevan a cabo a lo largo del año, llegamos a la conclusión de que, más que las actividades en sí, la importancia de esta asociación reside en el vínculo que se crea, la familia que forman estas mujeres que comparten un espacio de convivencia intercultural. Españolas, marroquíes, saharauis, croatas, rumanas, ecuatorianas, peruanas, colombianas…distintas culturas y mismos objetivos: acceder al mercado laboral, integrarse en la sociedad, mejorar su educación, hábitos y formación, etc.
Esta organización pertenece a la Iglesia de la Concepción pero aquí no prima ninguna religión por encima de otra. Cuando entramos en sus aulas no encontramos ningún símbolo religioso porque, según nos explica María Luisa, se pretende que esto sea un espacio de convivencia e inclusión real independientemente de las creencias de cada una.
María Luisa fue una de las primeras en pertenecer a este proyecto, junto con Isabel, la fundadora (ya retirada a sus 83 años). Desde el inicio se ha intentando dar respuesta a las necesidades de las mujeres. Pero los comienzos siempre son duros y ellas mismas tenían que ir casa por casa animando a las mujeres a asistir a las clases; una habitación con una mesa y cuatro o cinco sillas era el material con el que contaban. Las mujeres gitanas eran el principal objetivo inicialmente porque se percibió esa necesidad en este colectivo, pero nunca han pretendido ser un gueto y con el tiempo comenzaron a acudir mujeres de todos los barrios de la ciudad, mujeres con trayectorias vitales complejas, paradas de larga duración con cargas familiares, con precariedad laboral, beneficiarias de ayudas sociales, etc. Comenzaron su andadura con tan solo 5 mujeres y en los últimos años están teniendo una media de unas 75 alumnas que, según Pilar, cada tarde les enseñan el valor de la lucha, de querer seguir adelante. “Son todas muy valientes no sabemos quién enseña más y quién aprende más, si ellas o nosotras”.
¿Por qué solo mujeres? Pilar nos lo explicó: “a día de hoy apostamos más por la mujer que por el varón porque la mujer está muy discriminada, tiene menos oportunidades y por tanto creemos que hay que hacer un esfuerzo mayor por ellas, además sabemos que educando a una mujer educamos a una familia”.
Son varios los talleres y actividades que se ofertan en esta pequeña pero bien aprovechada asociación. Desde competencias básicas y conocimiento de idioma y cultura española, hasta competencias laborales. Amalia, profesora de Competencias Claves, nos explicó que su taller, al igual que el resto, nace de la necesidad de ellas para introducirse en el mundo laboral. Todos sabemos que hoy en día o cuentas con un nivel mínimo de estudios, o no entras en el mercado laboral, aunque sean trabajos básicos. Las mujeres tienen esa necesidad y se les habilita para tengan un graduado laboral. “En competencias comenzamos 10 o 12 y ahora no tenemos clase para ponerlas, están divididas por niveles dentro de la misma clase. Tienes que desdoblarte e ir atendiendo las necesidades específicas de cada una de ellas, preparando ejercicios, dando explicaciones…es una atención muy personalizada”. Pero Pilar nos aclara que el proyecto es un acompañamiento integral, “a nosotras nos preocupa la persona entera, su entorno, sus necesidades. Nos interesan las mujeres y nos esforzamos por adaptarnos a su realidad”.
Cuando hablamos con el equipo todas están de acuerdo en el vínculo especial y familiar que aquí se crea con las alumnas, una relación que va más allá de las clases y los horarios; desde acompañarlas al médico, porque en algunos casos debido a las dificultades del idioma les resulta prácticamente imposible comunicarse durante la consulta, hasta proporcionarles ayuda jurídica, administrativa, apoyo en conflictos personales…y una larga lista de necesidades y problemas que semanalmente procuran resolver como si de un familiar se tratase. Un claro ejemplo del vínculo que se crea es Mari Ángeles, la encargada del taller infantil y antigua alumna de esta escuela. Mari Ángeles se sacó el graduado en la escuela de mujeres y continuó con sus estudios; cuando se enteró de que necesitaban a alguien que estuviera a cargo de los hijos de las alumnas, no dudó en hacerlo. Actualmente el taller cuenta con aproximadamente 15 niños de entre 3 y 10 años, y, durante las dos horas que ellas están en clase, les ofrecen refuerzo de tareas, meriendan, hacen salidas a la biblioteca, a la Alcazaba, al museo… Gracias a este taller muchos de estos niños disfrutan de actividades propias de la infancia que, por sus circunstancias personales, no podrían celebrar de no pertenecer a esta asociación. Mari Ángeles contribuye a la educación de los pequeños; “aprenden una rutina, siempre que llega un niño nuevo se protegen unos a otros. Niños que nunca han celebrado un cumpleaños, aquí lo hacen y disfrutan muchísimo”.
A estas alturas ya nos empezamos a preguntar qué hay que hacer para formar parte de este equipo. Nosotras se lo preguntamos a Mercedes, voluntaria y maestra. Mercedes lleva 6 años como voluntaria en este proyecto y para ella es una experiencia vital increíble y absolutamente adictiva. “El tiempo que estás con estas mujeres me parece increíble, yo vengo contenta y me voy todavía más contenta. Si tengo problemas aquí se me olvidan todos”. Para ser voluntario se necesita inquietud social, interés por la justicia y la dignidad de las personas y respeto. Ella imparte el taller de alfabetización; su grupo de trabajo normalmente son mujeres marroquíes, inmigrantes que por circunstancias en su país son personas analfabetas, con el hándicap de no conocer el castellano. También hay españolas que tuvieron que dejar el colegio, o nunca llegaron a ir, y los pocos o muchos conocimientos que tenían se han quedado obsoletos.
Pero estos talleres son solo una pequeña muestra del trabajo que allí se realiza. Nos dejamos muchas acciones solidarias en el tintero, entre ellas, talleres de desarrollo personal, autoestima, salud, seguridad e higiene en el trabajo, prevención de riesgos, refuerzo de matemáticas…Cuando les preguntamos que cómo era posible que no conociéramos esta labor y dónde habían estado todos estos años, María Luisa respondió: “siempre hemos estado aquí. Lo que ocurre es que cuando un carro lleva pocas cosas y está la calle empedrada se le escucha muchísimo, pero cuando un carro lleva muchas cosas, va en silencio”. Ellas son ese carro lleno que va en silencio.
Eran las 21:00 horas cuando nos despedíamos de estas mujeres, no sin antes probar una porción de la tarta que una de las alumnas les había regalado aquella tarde en agradecimiento. Cuando atravesamos la puerta de salida algo había cambiado, aquella vivienda de la calle San Juan ya tenía cara, tenía cuerpo y tenía un nombre: Equipo Solidaridad.
Lo que está claro es que no es lo mismo contarlo que verlo, lo más recomendable es ir a visitarlas a la calle San Juan, a esa casa que ya nunca será invisible a nuestros ojos.
Más información sobre la Asociación Equipo Solidaridad.
Hola my familia quería dar gracias a todas mis compañeras y profesoras que me han apoyado. En Equipo Solidaridad yo he recibido mucho apoyo y le estoy eternamente agradecida. En ese proyecto se forman unos lazos muy unidos y ninguna barrera lo pueden deshacer. Hos mandó un fuerte abrazo y un besó grande.Ariba esas mujeres luchadoras cómo los quereros. Mujeres que nunca se dan por vencida . Un besó grande de parte de Violeta Manuela Rad