En estas páginas hemos demostrado en varias ocasiones la existencia de esa cara B del Casco Antiguo, aquella que no vemos o no queremos ver pero que existe y que tiene una gran necesidad de ser rehabilitada e integrada en la cara A, logrando la creación de una sola versión del barrio; una versión histórica, amable, animada, solidaria y cultural. Hay mucho trabajo por parte de asociaciones y organizaciones para la consecución del bienestar de las zonas más marginadas del Casco Antiguo; hace unos días poníamos de ejemplo a SOS Casco Antiguo Badajoz. Y hoy hablamos con Cáritas Parroquial, con sede en una vivienda social cedida por Fundación CB en la calle San Juan, en concreto hablamos con el párroco Andrés Fernández, de la parroquia de San Andrés, como él dice: “Don Andrés de San Andrés”. Un representante para toda una institución que lleva décadas apostando por la mejora de la vida de las gentes del barrio.
¿Cuántos años lleva Cáritas Parroquial trabajando en el Casco Antiguo?
Yo llevo 23 años en la parroquia, pero mis antecesores han tenido todos Cáritas, porque es la dimensión social de la Iglesia y, por tanto, cada comunidad parroquial tiene que dar una respuesta a los problemas y dificultades de las familias que están en nuestro entorno. Cáritas es la que trata de dar una respuesta caritativa a las personas que solicitan ayuda.
¿Qué acciones llevan a cabo desde Cáritas Parroquial para los desfavorecidos?
Todas las acciones necesarias. Alimentación, pago de alquileres, luz, agua, todas las necesidades primarias. Pero también buscamos la promoción; tenemos una escuela que busca promover a las personas, a la familia, con una cercanía y con un seguimiento para facilitar ese pequeño empujón que hace que ellos puedan enfrentarse y acceder a puestos de trabajo, que es lo que realmente queremos. Por eso tenemos por una parte esa dimensión social con una serie de programas y por otra parte el trabajo que hacen en el equipo de Solidaridad. El equipo Solidaridad se independiza de Cáritas, pero depende también en cierto modo. Se creó precisamente para afrontar el problema de la formación de la mujer. Empezó por la mujer gitana; en el Casco Antiguo había un colectivo gitano muy grande y, como dejaban la enseñanza desde muy tierna edad, llegaban a los 16, 17, 18 años sin poder acceder a un trabajo debido a que no tenían ni graduado escolar. Se pensó entonces en esa necesidad y son muchos los graduados escolares que hemos ayudado a conseguir a este colectivo. Después comenzaron a llegar personas de otros países, África, Sudamérica…Han aprendido español, las costumbres españolas y también, como muchos de estos trabajos van destinado al servicio, se les ha enseñado la cocina española y cómo servir en las casas. Ha habido varios años en los que, sobre todo para el colectivo gitano, hemos facilitado el aprendizaje del carnet de conducir. Por tanto, no solamente damos el pan que necesitan cada día, sino que procuramos la promoción y la integración.
¿Cuáles cree que son los principales problemas o enemigos del barrio antiguo?
Hay problemas históricos y problemas que ya hemos erradicado. Hay venta de droga, que hemos combatido mucho, pero sigue existiendo. En el plano familiar los hemos intentando mentalizar; tratamos de que los niños no entren, pero esto es un mal de fondo que se va transmitiendo por generaciones. Es verdad que esa cara B existe. Hay quien hablaba antes de prostitución, ya hay menos, pero sí existe la droga como algo que va deteriorando a las personas.
¿Cómo es la juventud de las zonas marginales?
La juventud hoy es un colectivo que es autónomo. El problema que tengan los jóvenes del Casco antiguo lo tienen en los pueblos. Sí es verdad que existe el problema de la educación, de la asistencia a la escuela, es cierto que existe un colectivo que no accede a terminar sus estudios. Muchos los abandonan, hay cierto ausentismo escolar en el Casco Antiguo.
¿Qué cree que hace falta hacer para que esta situación cambie?
Seguir trabajando con mucha ilusión y paciencia. Creo que la paciencia es lo que puede consolidar que los proyectos a largo plazo tengan sus efectos. Vivimos en un mundo de mucha prisa en el que queremos conseguir de un día para otro todo, y la verdad es que hay que ser muy paciente, trabajar con esfuerzo, con paz y con esperanza de saber que toda persona puede regenerarse. Toda persona, por muy deteriorada que esté, puede regenerarse y cambiar de vida.