“Desde San Juan hasta aquí, que todo sea peatonal me parece maravilloso. Tenemos un emplazamiento en el que, en pocos metros hay varios museos además de la Concejalía de Cultura y eso es un privilegio que debemos disfrutar. Por eso hay que apostar por esta zona. No podemos estar en mejor sitio. Además aquí el ambiente es relajado donde se puede echar una mañana mirando algún museo o parte de las piezas de uno de ellos. Creo firmemente que necesitamos de esta serenidad en estos tiempos de tanta agitación. No debemos renunciar a la cultura porque, si recordamos, fue la cultura quien nos arropó y consoló durante la pandemia”
Hace una mañana de sol increíble y sobre el suelo voy viendo las sombras en forma de pequeños triángulos que hacen los toldos de colores, tan característicos de la calle por la que me encamino al Silencio. Las sombras triangulares no son problema para mí porque sé a ciencia cierta de qué se trata. Sin embargo, sí que son un problema cuando no se sabe lo que son, porque, aquellas personas con baja visión podemos confundirlas con obstáculos o escalones y cuando atravesamos un tramo así, por ejemplo, cuando hay una fila de árboles y mucho sol, pues disminuimos el paso y activamos todas las alertas porque parece que estuviésemos en una de esas pruebas de equilibrio en las que, como vemos en la tele, al final se cae el concursante. He quedado en el Silencio, porque, como he comentado en más de una ocasión, para nosotros, las rutas son como puzles por piezas y desde el Silencio, que es uno de los puntos de referencia que encuentro con facilidad, ya me resulta más fácil aprender el camino hasta el siguiente lugar que hoy es la sede de la Unión de Bibliófilos Extremeños. Sin Embargo, Teresa Morcillo, la protagonista de esta semana, ya me espera en el lugar acordado y sabe de mi circunstancia. Allí está más puntual que yo y esperándome. EN cuanto la veo, nos agarramos del brazo y a unos pocos metros me encuentro de frente con la puerta de la UBEX.
Teresa es empática y hospitalaria. Una persona muy gentil y que me trata, siempre que coincidimos, con mucho cariño. Creo que piensa en agradar a quienes tiene alrededor pero, como en todos los casos, es ella la que debe autorretratarse y comienzo pidiéndole esa foto tan particular a sabiendas de que se la conoce como la cabeza visible aquí, donde me encuentro ahora, en la UBEX incluso también, a lo mejor, por ser la hermana de la Concejala de Cultura, Paloma Morcillo. “Yo no nací en Badajoz. Nací en Marruecos pero llevo aquí más de cuarenta y seis años y me considero de aquí. Estudié Geografía e Historia en la especialidad de Arte Moderno y Contemporáneo pero nunca he llegado a dedicarme a la docencia porque desde que comencé lo hice en trabajos administrativos. Aquí en la UBEX llevo ya más de quince años”.
El nombre de Teresa Morcillo, al igual que gran parte de su vida y su pasión, por la forma en la que se refiere a ello, sé que se encuentra en los libros, en general y en la Unión de Bibliófilos, en particular. Por eso, quiero que haga historia y retrospectiva sobre cuándo y cómo llegó a la UBEX y qué es y a qué se dedica, realmente esta institución. “La UBEX se define como una asociación cultural sin ánimo de lucro que se fundó hace veintinueve años. Fuimos uno de los principales promotores culturales cuando, un seis de mayo de 1993 se celebraron las primeras Jornadas sobre Libros en Extremadura y nosotros sentamos las bases para la creación de una biblioteca general. La UBEX se dedica a la difusión y promoción del patrimonio cultural extremeño; todo lo que sea la divulgación y conservación de libros extremeños. Además, también hemos editado, por ejemplo, los primeros incunables que se originaron en la región y todo el que quiera conocernos solo tiene que venir aquí, a la calle Encarnación y pedir la información que desee”.
Huele a libros, a papel e incluso a vetusto, en una estancia que me tiene encantada, no solo por la constante amabilidad de Teresa y su forma tan alegre y agradable de transmitir lo que me va contando, sino porque hay mucha luz natural y todo está, además pintado de blanco. En este momento de la charla, me dan ganas de levantarme, abrir uno de esos libros, cualquiera de los que están en las estanterías y ponerme a leer un fragmento…comentar con Teresa aspectos sobre el autor del mismo, sobre por qué se encuentra ese libro allí, etc. Vuelve ante mí ese pensamiento que siempre se repite en forma de una especie de envidia no muy sana. Qué fácil lo tiene la mayoría de la gente y que bonito poder abrir, simplemente abrir cualquier libro, revista, periódico o folleto y ya está, ponerse a leer lo que contiene. Aquí me encuentro, entre libros, pero no puedo acceder a ellos de esa manera tan simple sí, pero a la vez, tan maravillosa. Por fortuna, existen otras formas de conocer todo cuanto los libros aportan. Reflexiono con Teresa sobre esas otras sendas para llegar a un mismo destino; el de la cultura. Por ejemplo, el sistema Braille o los audiolibros que tanto bien hacen, no solo a las personas ciegas, sino a cada vez más población porque su uso está proliferando en gran medida. Desde gente que va en coche, está en el gimnasio y demás, hasta enfermos en hospitales que no pueden mantener una postura idónea para leer, pasan horas y horas escuchando historias en audio. Una versatilidad que me encanta y a la que ya nada ni nadie se puede imponer, si no todo lo contrario, como sucede con los formatos de libros electrónicos y las nuevas tecnologías en general. “Nosotros damos todo el valor al libro en papel, pero tenemos que adaptarnos al ritmo que marcan los tiempos. Por ejemplo, contamos con nuestra propia página web donde, entre otros contenidos, tenemos digitalizada una especie de gacetilla que editamos con motivo de Una de las actividades más importantes del año: el Día del Bibliófilo, que consiste en la visita de un escritor durante una jornada de convivencia junto a todos los socios. Es un día entrañable. Por aquí han pasado ya figuras como Ana María Matute, Mario Vargas Llosa o Francisco Ayala que vino con cien años, brillante y encantador, entre muchos otros escritores que nos han dejado un grato recuerdo. Por otro lado, tenemos los incunables que no están más que en su formato clásico y no sé si algún día daremos ese salto a lo digital con estos ejemplares porque lo que a nosotros nos gusta es tocar esas páginas, disfrutar de las ilustraciones que salen en ellas, palpar el papel, leer el libro como tal y tenerlo entre nuestras manos. Nos adaptamos a los tiempos, pero apostamos firmemente por el papel como soporte porque en él, la información no desaparece. En cualquier caso, una cosa no debe acabar con la otra. Debe cumplimentarla. Si pudiésemos transcribir a audio estos ejemplares y convertirlos en audiolibros, estaríamos encantados de hacerlo, porque es otra forma de difundirlo. Pero todo eso necesita una inversión y un apoyo”.
Precisamente, de difusión quiero ahora hablar con Teresa, y concretamente, de la juventud. Me gustaría reflexionar con ella sobre cómo divisa el panorama de la relación entre los más jóvenes, que son el futuro y el contenido que ella tanto aprecia y valora, que reside en esos libros. “Ellos quieren la inmediatez y que a un golpe de click les aparezca toda la información. No poseen esa serenidad ni tranquilidad que necesita la lectura. Ellos son nativos digitales y sobre todo quieren imagen”.
Seguimos charlando y me llama la atención, ahora que Teresa habla de la importancia de la serenidad, el silencio que reina entre las dos. Solo ruido de obras que hay en un solar que da justo debajo de uno de los ventanales y que me hace recordar que ahí debajo, muy, muy cerca se situará la nueva sede de Fundación CB. Estamos en pleno Barrio Alto, en la calle Encarnación. “Pues sí, parezco la vigía de la zona. Cuando no suena una grúa suena un tractor. Ahora, por ejemplo, están arreglando las escalinatas de Santa Catalina para hacer el lugar más accesible. Desde San Juan hasta aquí, que todo sea peatonal me parece maravilloso. Tenemos un emplazamiento en el que, en pocos metros hay varios museos además de la Concejalía de Cultura y eso es un privilegio que debemos disfrutar. Por eso hay que apostar por esta zona. No podemos estar en mejor sitio. Además aquí el ambiente es relajado donde se puede echar una mañana mirando algún museo o parte de las piezas de uno de ellos. Creo firmemente que necesitamos de esta serenidad en estos tiempos de tanta agitación. No debemos renunciar a la cultura porque, si recordamos, fue la cultura quien nos arropó y consoló durante la pandemia. Hemos salido a delante gracias a la lectura, a ver películas o a escuchar música. Este es el corazón de Badajoz debido a su situación geográfica, pero además, también lo es por la categoría de todas las personas que están aquí viviendo y trabajando pese a las dificultades”.
Me doy cuenta entonces, de que son muchos años ya, los que Teresa lleva tomando el pulso de primera mano al Casco Antiguo porque, por lo que percibo de ella, es una persona de estar en la calle, en el barrio, tender la mano y ayudar en la medida que pueda a sus vecinos. Al menos, esa es la impresión que a mí me ha causado en este rato que hemos compartido ambas. Por tanto me interesa conocer su particular intrahistoria en este lugar al que tanto quiere. “cuando llegué aquí solo tenía diez años y San Juan y la Soledad eran una fiesta: cafeterías, tiendas de telas preciosas, la pastelería Alba… Pero luego te das cuenta que esto se empezó a abandonar. La gente comenzó a tener miedo dentro del panorama de drogas e inseguridad que se veía. Sin embargo, yo tengo que decir que a mí nunca me ha pasado nada y que incluso actualmente ha bajado la delincuencia. Esta zona, sobre todo es tranquila aunque siempre se está luchando por mejorar. Es la filosofía de este Barrio Alto que, esperemos tenga un futuro cada día mejor”.