“Cada Punto de Vista” – Francisco Javier Fragoso, Alcalde de Badajoz

“Creo que estamos ante un cambio radical y hay que poner en valor lo que se ha hecho. Ahora no se concibe ninguna de las actividades importantes, tanto lúdicas como culturales, sin el escenario del Casco Antiguo; Noche en Blanco, los Palomos, la Almossassa, la Feria de Día, cosas que hace veinticinco años uno no se podía ni imaginar. El policía de puerta del Ayuntamiento te decía que de ahí no era recomendable pasar porque no era seguro.  Hoy en día hemos conseguido poner en valor patrimonio como la Plaza Alta, nuestra Alcazaba o los Jardines de la Galera, entre otras zonas”.

Hoy no me hacen falta referencias ni orientaciones para acudir a mi cita semanal y recoger otro particular punto de vista porque tengo perfectamente situado el lugar y a la persona. De hecho el itinerario que sigo hasta llegar al Ayuntamiento me recuerda a mi trabajo de hace algunos años en los que debía cubrir plenos y ruedas de prensa en el consistorio. Lo único que perturba mi camino en un día de sol, en el que la gente se dirige a un lado y a otro por el centro, es un ciudadano montado en su patín eléctrico que casi me lleva por delante cuando atravesaba San Francisco. Estos nuevos inventos,  suponen un enorme riesgo para las personas ciegas o con baja visión porque se trata de un tipo de vehículo que  no emite ruido a penas y circulan a veces, a gran velocidad y por carriles no adecuados. Eso sin contar con que, en ocasiones, nos topamos con ellos porque están depositados, que no aparcados, en medio de una acera o frente a la puerta de un establecimiento.

Llego a la Plaza de España y a unos metros distingo ya el buzón amarillo de Correos que está situado justo al comienzo de la rampa que sube hasta la puerta principal del Ayuntamiento. El día que quiten ese buzón de ahí formará parte de mi particular historia en las andanzas por el Barrio Alto porque me sirve como referencia más de una vez. Es más, estaría bien que lo pintasen de amarillo más fuerte aún porque está deteriorado y se vería mucho mejor. Giro y subo la rampa que me cuesta mucho menos localizar que las escalinatas que, como tienen el mismo gris  que el suelo, no las distingo nada bien. Luego vienen las puertas de cristales que, pese a que llevan señalización en una franja más opaca, no estaría demás que se rematasen con otra amarilla, verde, o de cualquier color llamativo porque esas franjas no las localiza bien una persona con poca visión. De hecho, mira que llevo años subiendo por esas escaleras que hay nada más pasar la gran puerta de cristales, pues siempre, de manera inconsciente, echo hacia adelante la palma de mi mano para comprobar si está abierta o cerrada. Es uno de tantos mecanismos de autoprotección que tenemos en nuestra particular alerta, supongo.

Paso el salón de plenos y cojo el pasillo que me queda a la derecha hasta encontrar, sin problema alguno la sala de prensa donde espero unos minutos y luego me acompañan al despacho de alcaldía. Allí, con corbata roja que distingo perfectamente de la camisa blanca y un traje oscuro pero que no sabría decir si es negro, gris o azul marino, me espera el hombre que, según reparo, muy pronto dejará de ser Alcalde de mi ciudad y que, como muchos otros, quedará atrás una página escrita con sus aciertos y sus errores, con sus virtudes y sus defectos, con sus éxitos y sus fracasos, pero una página del pasado más reciente de nuestro Badajoz.

Así sin más y propio de un descaro absoluto, empiezo la entrevista echándole la bronca al Alcalde porque me ha dejado pasar al despacho antes que él mismo. Para mí, que vengo de la calle con luz, entrar la primera en un lugar que no frecuento y que se me queda en penumbra, no es un buen comienzo, pero tal y como se lo recrimino, se lo perdono, por supuesto, porque sé que es propio de la educación, la amabilidad y las buenas maneras como él mismo me confirma: “bueno, es que a uno, a veces, le pierde la vieja y clásica caballerosidad de dejar pasar a las damas delante, pero en un espacio que no conocías, pues tenía que haberme dado cuenta”.

Tras algunos minutos reflexionando sobre estas cuestiones y sobre la forma en la que alguien que no puede ver o que, como en mi caso, tiene poco resto visual, es capaz de hacer fotos, precisamente llega el momento en el que Francisco Javier Fragoso debe hacerse su autorretrato. “Soy una persona normal. Un padre de familia, casado y con dos hijos. Soy un profesor de universidad que decidió dedicar parte de su vida a los demás. En este caso a administrar lo de todos y me refiero a la ciudad de Badajoz. En mi vida, tengo dos pasiones: la docencia, que he tenido la oportunidad de poder ejercer y la política. Más concretamente la política local y la de mi ciudad, Badajoz”.

Como sé a ciencia cierta que nombrará a Miguel Celdrán, me anticipo y le aseguro que Celdrán forma parte de ese particular trasfondo de la propia historia de Fragoso, tanto en la parte personal como en la profesional. “Miguel ha sido una de estas personas que ha marcado mi vida. Además, sucede que tenía la misma edad que mi padre porque nació en el mismo año y en el mismo mes, solo con diez días de diferencia. Por tanto, en alguna medida veía en Celdrán, no solo alguien de quien tomar ejemplo sino una figura paternal. Puedo decir que Miguel ha sido mi padre en política, del cual he aprendido todo”.

Quiero referirme a dos aspectos importantes que preocupan al ciudadano: lo poco bien vista que está la clase política y el hecho de que los políticos lleven mucho tiempo en el mismo sitio. Lo de “aferrarse al sillón”. ¿Cuál  sería la otra cara de la moneda?. “Creo que en España hay miles de personas generosas que se dedican a lo público compartiendo sus conocimientos y parte de su vida y restándosela a su familia, a sus amigos y a sus aficiones. Yo reconozco que la vocación política es una pasión no en su vertiente política porque nadie de mi familia se ha dedicado a ella, pero sí a hacer cosas por los demás. A mi esa pasión me ha hecho que, pese a tener mi vida resuelta fuera de todo esto, puesto que soy profesor en la UEX, pues decidiera dar un paso para intentar mejorar la vida de los demás. Y está claro que estamos mal vistos pero no solo de ahora sino que si leemos el siglo de oro ya se metían con algunos cargos los literatos más grandes. Creo que  la sociedad debe hacérselo mirar, porque si quiere a los más grandes arriba, y a gente dedicada a lo público, no puede estar encasillando. Por otro lado, también existe la satisfacción, cuando tienes esta pasión, de ver como con tu impulso, has contribuido a mejorar la calidad de vida, por ejemplo, de las personas con capacidades diferentes; me siento orgulloso de que, durante mi mandato, la ciudad haya podido recibir el Premio “Reina Sofía de Accesibilidad Universal”, el premio más importante de España en esta materia. O también de construir una ciudad moderna, comprometida  con el medioambiente, con ese gran parque del río Guadiana, con la iluminación Led o siendo la primera ciudad de Europa en cuanto al número de autobuses urbanos eléctricos o esa oferta cultural tan variada y accesible para todos, entre tantas otras cosas. Esos son los aspectos  que a uno le recompensan cuando sabe que cada día, algunos le van poniendo verde por ahí. Aquí el problema es que sin romper platos ya, a veces, se te llama rompeplatos. A eso era a lo que me refería cuando te comentaba antes del encasillamiento. EL que toma decisiones no en todas acierta. Pero es que a veces se nos acusa a todos de cosas que solo una minoría ha podido cometer, sean del partido que sean. La mayoría de la gente trabaja duro y con honradez  con esfuerzo y viviendo con sacrificios personales aunque sea de forma voluntaria”.

Hablando de buen hacer en política y con un pie en el escalón para salir, me gustaría que Francisco Javier Fragoso imaginase ahora cómo será ese momento. Esa entrega del testigo a Gragera. ¿Cómo se lo imagina?. “En su momento, se tomó la decisión de compartir legislatura porque pensábamos que era la mejor forma de garantizar que la ciudad estuviese gobernada por lo que la mayoría del espectro sociológico que había resultado de las urnas decidió.  El centro derecha debía seguir gobernando Badajoz porque así lo habían  decidido los votantes y esto conllevaba compartir los mandatos. Pero a partir de ahí, quien me conoce, sabe que yo me tomo estas cosas con total normalidad. Seguiré con la misma intensidad y pasión hasta el último minuto, ejerciendo mi trabajo con total normalidad, insisto. El día que corresponda, pues entregaré el relevo a la persona que toca según el acuerdo que hemos tomado. Lo que le deseo es muchísima suerte a la ciudad con ese equipo de gobierno nuevo, presidido por Ignacio pero constituido por nueve compañeros míos”.

Una ciudad que, como le hago ver, para traerlo a las reflexiones en voz alta de nuestro Casco Antiguo, tiene un corazoncito que es este, el Barrio Alto, donde estamos ahora mismo. ¿Cómo lo recuerda de niño?. ¿Imaginaba aquel niño de antes que iba a estar justo aquí y sirviendo a su Badajoz como Alcalde?. “Desgraciadamente el Casco Antiguo que yo puedo recordar era un Casco Antiguo absolutamente abandonado sin perspectivas de futuro. Con calles sin asfaltar, casas que se caían y lo peor, que no había esperanza de futuro. Se me viene a la memoria una fotografía de la guerra de los Balcanes.. Hoy en día, nos queda muchísimo por hacer, pero también es cierto que se ha hecho bastante. Yo creo que estamos ante un cambio radical y hay que poner en valor lo que se ha hecho. Ahora no se concibe ninguna de las actividades importantes, tanto lúdicas como culturales, sin el escenario del Casco Antiguo; Noche en Blanco, los Palomos, la Almossassa, la Feria de Día, cosas que hace veinticinco años uno no se podía ni imaginar. El policía de puerta del Ayuntamiento te decía que de ahí no era recomendable pasar porque no era seguro.  Hoy en día hemos conseguido poner en valor patrimonio como la Plaza Alta, nuestra Alcazaba o los Jardines de la Galera, entre otras zonas. Ahora mismo tenemos una garantía de éxito para este Barrio Alto; la zona del Campillo, la futura sede de Fundación CB , el hotel de las Tres Campanas o la gran apuesta del Ayuntamiento por llevar oficinas de trámites administrativos a la esquina de la calle San Juan con Bravo Murillo. Un claro intento por reconquistar el Casco Antiguo tras haber pegado el salto que nos permite llevar a cabo estas medidas, como por ejemplo la inversión en plataforma única. Ahora nos queda seguir apostando por que venga más gente a trabajar y a vivir aquí”.

EL barrio de los contrastes, también quiero hablar con el Alcalde de esa realidad que traza calles más adecentadas y transitadas, frente a otras que no están nada lejos de las primeras en las que las condiciones son muy diferentes. Tramos sin aceras, con casas derruídas y completamente solos y a oscuras. “Hay que pensar que, hasta ahora, todo el peso de la recuperación del barrio ha recaído sobre el Ayuntamiento y esto es una tarea que nos trasciende y que debe contar con la voluntad de muchas partes. Por eso insisto en que queda mucho por hacer aún. Lo que ahora son algunas calles demacradas, antes era el Casco Antiguo de Badajoz. Antes no se podía concebir todo lo que ahora irradia el nuevo Barrio alto. Pensemos además que en operaciones como las del Campillo también ha habido mucho juego político, aunque por fortuna, parece que ya hemos echado a rodar”.

Para acabar, me gustaría imaginar, con Francisco Javier Fragoso,  una escena que recordará siempre de su paso como Alcalde por el Casco Antiguo y otra en la que se vea en un futuro aquí, en el Barrio Alto. “Yo me crié en la calle Dogma, cerca del parque de Castelar y todo lo que significaban mis juegos de pequeño. Las horas que me iba a charlar con el carbonero que vivía cuatro o cinco casitas más debajo de la mía. Esa es una escena que tengo muy presente. En cuanto a mi futuro me veo disfrutando de nuestro patrimonio y devolviéndole el tiempo que les eh quitado a mis hijos. Tengo que traer a Javier a ver de nuevo las maravillas del Museo de la Catedral, por ejemplo. También me veo tomando una buena cañita con mis amigos que son el otro grupo de personas a los que les debo mucho tiempo. Y finalmente, por qué no, en alguna tertulia criticando al político de turno».

 

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