“Cada Punto de Vista” – Pepe Calero, fotógrafo

“Si tengo la suerte de que un sábado o un domingo veo niebla, lo primero que hago es coger la cámara, tomarme un café rápido y me recorro el Casco: la Alcazaba, la Plaza de España, en fin todos los rincones. Este es un escenario mágico. La luz que nos ofrece al pasear por aquí es única y especial para todos los fotógrafos. Además encuentras muchas posibilidades diferentes: las nieblas, los cielos, un comerciante que te encuentras al que le puedes hacer un retrato en un momento dado, etc”.

Una de las épocas del año en las que más me gusta visitar el centro de Badajoz es en Navidad y hacia la caída del sol, como en este caso, porque disfruto de la iluminación que decora el corazón de la ciudad. Me siento como una niña más de entre toda la chiquillería que corre a mi alrededor,  ya que se trata de luces que, pese a mi baja visión, sí que llego a percibir y me encantan. Esto sí está dentro de mi alcance y no me corto un pelo en disfrutarlo acercándome todo lo que puedo a admirar los colores y los brillos. Entro en la gran bola roja, este año, que corona junto a la fuente, la avenida de Huelva y observo con detalle las figuras que tiene alrededor. Los viandantes se extrañarán al verme tan pegada, literalmente a las  paredes de la bola, cuando elevo la cabeza hacia las luces azules de los árboles de San Atón o toco la estructura metálica del gran abeto de la Plaza de España. La gente se extrañará, pienso a la vez que “despienso”, porque no me importa nada. Quiero ver, mirar, disfrutar de esas luces tan potentes. Total, para algo que puedo contemplar casi como el resto de los ciudadanos, pues no voy a dejar pasar la oportunidad. Soy Alicia, en mi particular, iluminado y pacense, País de las Maravillas. Hoy es de noche, prácticamente y el Casco está repleto de gente pero yo sé cómo llegar al lugar en el que he quedado con el fotógrafo Pepe Calero. Me dirijo al espacio VS22, situado en Virgen de la Soledad y allí, en la puerta, me espera mi invitado de esta semana acompañado de las fotos que componen su exposición y de público que se encuentra contemplándola en ese momento.

Volvemos a  charlar con un fotógrafo y por mi genial, pues me apasiona el mundo de la imagen que se capta desde un objetivo. Pepe y yo paseamos unos instantes por la sala y en sus fotos, yo solo veo claros y oscuros pero él me va describiendo algunas de ellas. Sería estupendo, pensamos, poder poner un código QR en cada foto, no solo en las suyas, sino en cualquier exposición, para que las personas ciegas o con baja visión pudiésemos disfrutar de las obras escuchando las descripciones a través de nuestro teléfono móvil. Pepe me conduce a una salita pequeña donde comenzamos la entrevista mientras fuera, el público continúa disfrutando de la exposición. Apostillo que creo y solo creo, que se trata del tercero de los fotógrafos que pasa por este particular “punto de vista”, antes estuvo Guillermo Gabardino y bastante antes, Mai Saki. Pero ¿quién es Pepe Calero?. “Nací en Villafranca de los Barros en donde tuve una infancia feliz. Estaba todo el día jugando en la calle y recuerdo que era buen estudiante y le dedicaba también mucho tiempo al deporte. Jugaba al balonmano. Adoro mi pueblo y vuelvo siempre que puedo porque estoy muy a gusto. Navidades, semana Santa, puentes, en fin, siempre aprovecho la ocasión. La foto no llega a mi vida hasta más tarde, pasada la adolescencia. Empiezo a estudiar en el año noventa y seis y me entrego totalmente a mi carrera. Comencé en una agencia de publicidad, más tarde en banca donde estuve quince años y en el año dos mil dieciséis quise empezar con la fotografía. Hice varios cursos para el manejo de la cámara y otras cosas y me di cuenta que aquello me encantaba. Entonces me enganché y di un paso más indagando en qué grupos existían en Badajoz y me puse en contacto con la Agrupación Fotográfica Extremeña. Entonces estaba de Presidente Pedro Bolaño y fui conociendo a más gente como Antonio Bravo, Guillermo Gabardino, Alex Ochoa o José María Ballester, entre muchos otros. Me comentaron que se reunían cada lunes por la tarde y que si quería incorporarme para probar,  así lo hice y hasta hoy que he hecho grandes amistades en un grupo que es con  el que más tiempo paso, ya que asistimos a diferentes actos, inauguraciones, etc y me encuentro muy integrado”.

De hecho, en estos días podemos asistir a la primera exposición individual del artista. “He hecho muchas exposiciones colectivas, pero como individual ´`esta es la primera y nació la idea, justo el día en que se inauguró el espacio de Fundación CB situado en Santa Marina. Aquel día se estuvo hablando de lo minusvalorada que estaba la fotografía en formato papel porque yo creo que una fotografía, hasta que no está impresa, no está totalmente acabada. De hecho, hace unos tres años, comencé a autoeditar mis propios catálogos; colocaba la foto, le ponía su título y la ordenaba. Veía que a la gente, a las visitas que iban a mi casa, les gustaba verlas y disfrutaba con ello. “Dislike” podría definirse como una pequeña crítica social al hecho de que hoy en día la mayoría de la gente hace fotografías al por mayor y con la única búsqueda de conseguir un “like”. Así, en esta exposición no vemos fotos de grandes viajes sino de lo que está a mi alrededor. Un día de niebla, unos pies, objetos cercanos, cosas cotidianas, de mi día a día”.

Dentro de eso cotidiano que alega Pepe Calero,  me gustaría saber qué incluye o qué significa el Casco Antiguo y qué tiene este escenario que no tiene Badajoz. “Por lo menos hay cinco fotos de esta zona. Por ejemplo, si tengo la suerte de que un sábado o un domingo veo niebla, lo primero que hago es coger la cámara, tomarme un café rápido y me recorro el Casco: la Alcazaba, la Plaza de España, en fin todos los rincones. Este es un escenario mágico. La luz que nos ofrece al pasear por aquí es única y especial para todos los fotógrafos. Además encuentras muchas posibilidades diferentes: las nieblas, los cielos, un comerciante que te encuentras al que le puedes hacer un retrato en un momento dado, etc”.

Es el barrio de las artes y a todos los artistas os atrae inevitablemente. “Esa esencia está aquí y no en otro lugar. Hay escenas que yo, que vivo en Huerta Rosales, no las veo. Quizá soy de pueblo y al final, busco mis raíces. Tal vez también sea eso. Aunque haya aún mucho que cambiar, me encantaría vivir aquí y es algo que valoro y algún día acabaré residiendo en el Barrio Alto”.

 

 

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