«Cada Punto de Vista» – María Engo

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La rosa joven que llegó, vio y venció.

Las personas con baja visión conocemos los lugares mediante referencias y palmo a palmo, para podernos construir mejor una idea exacta en la cabeza, ya que, como sucede cuando percibimos o tocamos una obra de arte escultórica, una pieza de museo, nos resulta más eficaz ir palpando por trozos, hasta que conseguimos hacernos una imagen en nuestro cerebro de cómo es cualquier cosa. Por eso, desde hace años, sin prisas pero sin pausas, saboreando cada porción, como si se tratase de un rico pastel de chocolate, voy fabricando el puzzle del Barrio Alto de Badajoz: un sitio que me enamoró desde que llegué a vivir aquí. Ahora he cogido un poco más de velocidad porque tengo una cita cada semana con mis particulares “Puntos de Vista”, lo cual me ha hecho tomar referencias y acudir a trucos para sortear obstáculos y encontrar exactamente mi destino. Por eso, si la pasada semana visité “El Carmen”, hoy esa emblemática esquina pasa a ser la referencia que me hace encontrarme con María Engo, su encantadora sonrisa permanente y su dulce voz que me la dibuja como una chica sensible, emotiva y muy guapa, bueno esto me lo han dicho, aunque diré el pecado, pero no el pecador. Pero a la vez, como pasa con las rosas, bellas pero con espinas, creo que se trata de una mujer de bandera, con las cosas muy claras, 32 abriles, el genio necesario para estos tiempos que corren y muchas ganas de crear y hacer realidad sueños. Total que, juntas y tras el dichoso saludo con el codo y las ganas de darnos un beso y un abrazo puestas en cuarentena, torcemos por la calle de la Soledad y en tan solo unos metros María se para y me indica que a la izquierda tenemos la puerta de su casa y a la derecha, nos queda su atelier, su tienda, su taller, su vida casi. De un bolso dorado que puedo distinguir bien, aunque no contrasta demasiado para mi con su ropa color calabaza, que seguro que sí que combina, escucho que saca una llave y abre la pequeña puerta de la estancia. Seguidamente, me invita a pasar y me indica que hay un pequeño escalón a la entrada. Este sí lo distingo bien del suelo de madera marrón que ocupa toda la tienda, porque es blanco y no lo considero barrera alguna. Hasta las sillas de ruedas, creo que podrían pasarlo sin dificultades. Al ser acristalado, el lugar tiene mucha luz y pese al calor, ya que es mediodía,  “se está muy fresquito” como señala María mientras traspaso la puerta. Además de luz natural me doy cuenta que hay mucha luz artificial en la estancia donde las paredes y el mobiliario son blancos  o muy claros.  En la pared que puedo ver de frente, en letras negras sobre fondo blanco, es decir, para mí, en alto contraste, llego a distinguir las letras en las que dice “ENGO”, justo donde nos encontramos; Un sitio en el que me siento muy a gusto porque se respira mimo y creatividad en el aire.

Este nuevo punto de vista se me antoja joven, emprendedor, risueño y con nombre de una mujer como María que es diseñadora de moda y que, además de trabajar, vive en el Barrio alto. Pero, en cuanto tomamos asiento y nos acomodamos en torno a una mesa de madera rectangular y enorme, lo primero que hago es pedirle su autorretrato para que siga añadiendo mas sobre su persona. “Yo soy original de Badajoz y desde siempre he querido diseñar moda. Siempre deseé formar un negocio y crear mi firma propia en lugar de trabajar para otras marcas. Tenía claro que quería montar mi negocio con dos focos principales: uno es crear y diseñar mis prendas únicas y exclusivas, pero por otro lado, tener  un espacio de aula en la que impartir talleres de costura”. Vamos, en resumidas cuentas, que ¿quién dijo miedo?. María llegó, vio y venció sin que le temblase el pulso. Todo esto en la sociedad en que vivimos y en los tiempos que corren. “Lo del dinero es muy relativo. No me da para comprarme un yate pero sí para pagar una hipoteca. Se necesita lo esencial, una vivienda y así se puede ser feliz. Lo que sí te digo es que a día de hoy, tienen más éxito mis talleres de costura que mis diseños”. Reconoce que quizá sea por una “mala gestión mía que no llevo las redes sociales tan bien como debería”. La idea de que María enseña a coser sobre la de que diseña ropa, según reflexiona ella misma en voz alta, se debe a la espléndida relación y el trato que mantiene con sus grupos de alumnas. “Son maravillosas. Ten encuenta que cada grupo lo forman cinco mujeres y entonces ya tengo ahí bastante publicidad por el boca a boca. Sin embargo el diseño es otra historia;  yo trabajo con cada clienta de forma individual y exclusiva, de manera particular para cada una. Las alumnas vienen a diario y es distinto”.

Le pido entonces que hablemos precisamente, de lo que menos conoce el público, de su faceta de diseñadora y que me comente qué tipo de ropa diseña y en qué se inspira para crear. Lo tiene muy claro: se deja llevar. Reconoce que le gusta poco hablar de ella y de su trabajo por su carácter tímido y asegura que ese es su fallo en lo “comercial”. Por su risa nerviosa y el tono de su voz, noto que ahora sí que quiere hacerlo bien, se resiste a empezar la frase y sí, efectivamente aunque no puedo ver su gesto, igual hasta le salen colores. Demasiada modestia en un cuerpo de mujer tan chicquitito, pienso. Y la amenazo con cariño diciéndole que en ese momento “es lo que hay” y le toca venderse. Las dos reímos y comienza por aclararme esto de dejarse llevar. “Me considero una persona muy ecléctica a la hora de diseñar. SI algo me entra por el ojo, allá voy y me aventuro. No me rijo por nada en concreto sino por aquello que me inspira,, ya sea barroco o minimalista. NO se puede decir que tenga un estilo concreto. Me  gusta todo y eso lo traslado a mis diseños. Me encanta mezclar colores y testuras y buscar con delicadeza mis telas porque eso es lo que me va a diferenciar de otras marcas. Aquí en Engo,  Puedes encontrar, ,desde vestidos de fiesta hasta prendas de diario más urbanas. Todas, absolutamente todas son exclusivas. Nunca creo un modelo igual a otro. Yo me hago mis viajes y no compro grandes cantidades de tela cuando voy buscando tejidos. Me traigo una tela y a lo mejor, no me viene la inspiración para trabajar con ella hasta pasado un año”. Concluyo que una  pieza única y atemporal es lo que María Engo tiene claro que quiere ofrecer a sus clientes. Desea alejarlos de que se conviertan en “esclavos de la moda”. “Hay veces que no me gusta incluso definirme como diseñadora de ropa , sino como creativa. Pretendo ir más allá y fabricar prendas que tú las veas hoy y otro día y que con el paso del tiempo no tengan caducidad. Lo que pasa es que estamos vendidos por culpa de este ritmo frenético que nos impone la necesidad de consumir y consumir, cuando aquí tu vienes y escoges una prenda y sabes que va a servirte como fondo de armario”. María reflexiona sobre las tallas y el tipo de ropa que fabricaba cuando participaba en ferias de moda o diseños. “Yo tenía que participar en los  desfiles y las niñas eran niñas menuditas y para que un desfile luzca yo hacía esas tallas.Las modelos eran  Altas, delgadas y espectaculares. Pero la realidad es otra. La que entra aquí es una chica, una señora, una mujer independiente a la que le gusta tener un armario más especial y no cae en ir a tiendas como Zara sino que valora la prenda que se pone”.

María tiene la medalla del  “doblete”, así la defino cuando le comento que en ocasiones entrevistamos a personas que trabajan en el Barrio Alto y en otras, a gente que reside en él, pero ella es de las que “curra y vive” y nada más y nada menos que en la calle emblemática de La Soledad. Me interesa saber si lo ha elegido así y cual es la razón. “Lo primero, antes de residir aquí fue la tienda. De hecho ya hacía mis pinitos en las clases de costura precisamente aquí, en esta calle. En Galandainas, Espacio Creativo empecé y ahí tenían un sitio donde impartían talleres. Entonces, comencé a coger alumnas y un día vi que un local de enfrente se había quedado vacío. Me  encantó y llamé enseguida por ver qué pasaba”. Le pido que haga memoria porque seguro que se encontró con opiniones de gente que le desaconsejaba meterse en el Casco Antiguo, por la inseguridad y otras razones que se repiten constantemente. Pero, una vez más María Engo, me deja claro que lo de dudar no va con ella. Yo estoy aquí por varios motivos. Soy una bohemia y me gusta mucho el Casco Antiguo pero también por el precio de los alquileres. Para mi negocio no es estrictamente necesario estar en un sitio bien ubicado porque la que te conoce va a venir estés donde estés. Quien quiera mis prendas y mis clases va a buscarme. Ahora, eso sí te digo;  SI yo necesitase un lugar de tránsito, no hubiese elegido este sitio. aquí me ven trabajar de forma artesanal  desde los cristales y me encanta porque lo valoran. Además, al no encontrarme en un lugar de multitud de gente, me permite estar centrada y crear de manera eficaz. Por todo eso tengo claro que aquí estoy y aquí me quedaré: en mi Casco Antiguo”.

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