Un “Juan Sin Miedo en Badajoz”.
¿Hay alguien en Badajoz que no conozca el Pepe Jerez?, yo creo que si existe un lugar referente a través de los tiempos, que incluso quiso recuperar su nombre original cuando lo perdió, ese es el Pepe Jerez. Para mí, resulta otra de las particulares referencias en mis andanzas de “Cada Punto de Vista”. Es bisagra o al menos una de ellas, del inicio del Barrio Alto. De hecho, hoy lo visito para charlar con Carlos Durán, su gerente, pero a Dios pongo por testigo, como decían en “Lo Que El Viento Se Llevó”, que no será la última vez que lo haga, ni mucho menos. Durante estas semanas, he entrado en iglesias, comedores sociales, tiendas y hasta hemos hecho entrevistas sentados en terrazas, tomando café o refrescos. Pero la de esta noche, mientras cae el sol en la Alcazaba como solo sabe hacerlo en Badajoz, va a transcurrir en la barra de un bar. No de cualquier bar, si no del Bar; ese que si hablase, madre mía. El Bar más pacense que la cachuela, el de siempre, el eterno, el Pepe Jerez que, paradojas de la vida, tiene al que he bautizado como el “Juan Sin Miedo de Badajoz” por gerente. Carlos Durán solo cuenta con treinta añitos, un negocio consolidado en plena Plaza de España y la intención de abrir otro, ya mismo, en cuanto el COVID-19 le dé la venia. Nada, nada, que este muchacho no conoce la palabra “miedo” ni por asomo. Crisis económica, pandemia y todo lo que venga. Da igual, quien no arriesga no gana y él “ hacia atrás, ni pa coger carrerilla”, trayendo y llevando todos los días esas ganas desde la Dehesilla de Calamón, donde vive, hasta aquí, hasta el Barrio Alto. Hasta este carismático lugar que se niega a cambiar de nombre y al que yo llego sin dificultad alguna porque, aunque ellos no lo sepan, están adaptados para personas ciegas y con baja visión. ¿Sabéis por qué?. No, no,claro, los que veis no prestáis atención a estas cosas. No os hace falta. Pero seguro que si os digo que en la puerta siempre suena música en un altavoz, que sirve para llamar al público, para crear un ambiente acogedor en la terraza, sí, sí, todo eso está muy bien, pero también ayuda a las personas como yo a localizar sin dificultad ninguna el sitio. Lo que peor llevo, la puerta que es de cristales y nunca me aclaro si está abierta o cerrada, por lo que estiro los brazos y busco el cristal o el vacío con las palmas de las manos abiertas. Es cierto que están los picaportes, pero yo no los percibo nada bien. Carlos me recibe y me comenta que no me pasa solo a mí. Bueno, pues “mal de muchos….” Ya se sabe, ¿no?.
Carlos comienza como todos, con su autorretrato en el que destaca que “soy un afortunado que he tenido la oportunidad de coger un negocio heredado y ya consolidado del que se encargó Pepe Jerez hasta el año noventa. Lo primero que hice hace cinco años, cuando llegué aquí, fue recuperar su nombre. Este señor se lo merecía porque hizo de este sitio un lugar de referencia en el centro del centro y creo que había que rendirle honor”. Durán estudió en Badajoz y se embarcó en esta historia con 25 años. “Estuve un par de años en Inglaterra y Madrid y luego aposté por este negocio que suponía un riesgo pero merecía la pena y POR regresar y quedarme en Badajoz”.
Se quedó en su tierra, pero además apostó por el Casco Antiguo. “Está claro que cuando decides coger un negocio y más tan joven tratas de tener los menos errores posibles. Yo, por solera, situación y encanto, elegí el Casco Antiguo. Encima salió la oportunidad de entrar en este local con una inversión muy fuerte que para un joven no es a lo mejor el comienzo que quisiera, pero al final, reunimos fuerzas y apostamos por mantener la esencia inicial que tenía pero mejorándolo y adaptándolo a los tiempos”.
Un lugar emblemático en el que entra gente mayor de toda la vida, pero también gente nueva y joven. “Si de algo nos sentimos afortunados, es de tener una clientela que va desde los veinte años hasta los ochenta.Hemos conseguido, tanto con la cocina que ofrecemos, como con el servicio, que se encuentren cómodos y bien atendidos”. Un sitio emblemático que desean que lo siga siendo. Exactamente igual que hace unos días me contaba Laura, del Carmen. Y quien la sigue, parece que la consigue. Carlos recuerda cómo se lo encontró al principio y cómo está ahora. “Cuando yo llegué aquí, este era un sitio muy tradicional que siempre se relacionaba con todas las instituciones como el Ayuntamiento, la Catedral y giraba en torno a esos círculos. Por tanto el público lo formaban clientes de edad media o avanzada. Sin embargo, quizá al ser yo más joven me ha resultado más fácil atraer a gente de mi edad. Sé como son los jóvenes y como se encuentran bien. Ahora puedes comer de tapas por quince euros o pegarte un omenaje por sesenta, ya que hay que mirar y atender a todos los perfiles”.
Y tengo que decirlo y gritarlo a los cuatro vientos porque no entrevista una a gente así todos los días: resulta que estamos hablando con un chaval de treinta años que revitaliza un negocio a los 25 y además en el Casco Antiguo. Pero que ahora, en tan solo unas semanas, inaugura otro en el mismo lugar, a tan solo unos metros del Pepe Jerez. Lógicamente, quiero saber cómo se hace esto y más en los tiempos que corren, porque no es nada fácil. Además, le dejo claro que no soy la lechera del cuento y que para esto, no puede negármelo, hace falta dinero porque con la ilusión y los sueños no basta. Carlos Durán el joven Juan Sin Miedo de Badajoz, desde hoy, para mí, me sonríe pero asiente con la cabeza y se explica. “Voy con otro socio y se trata de un local que tenía su solera pero llevaba en abandono varios años.Necesitaba una reforma integral y darle vida… es que nosotros lo tenemos claro, Queremos seguir apostando por aquí y crear negocios atractivos. Pero hace falta dinero, claro, además de buena voluntad. Tenía mucho miedo y poco dinero cuando abrí este negocio pero al final en el mundo empresarial si no se apuesta no se gana y hay que arriesgar, invertir y confiar en uno mismo”.
Pero quiero también reflexionar con Carlos sobre los diferentes “Puntos de Vista” de convecinos, trabajadores y población que va y viene por el Barrio Alto. Están los de la inseguridad, los negocios que se cierran y la mala situación geográfica de nuestro Casco Antiguo. Pero también los enamorados de sus calles y plazas, los artistas, bohemios y arriesgados como él. EN cuanto a la situación actual, Carlos reconoce que no es fácil. “La situación no es nada fácil y está un poco dejado porque, aunque se hacen cosas desde las administraciones , no resultan suficientes. Existe un problema de drogodependencia e indigencia con el que lidiamos todos los días los hosteleros. Debemos hacer sentir bien a la gente en las mesas de las terrazas de nuestros negocios y nos encontramos con varios indigentes pidiendo cada diez minutos que ni llevan mascarilla ni guardan distancia de seguridad. Una lucha que no es nuestra, no deben librarla los hosteleros,si no las autoridades pertinentes. SI la calle no está defendida y protegida nos afecta a nosotros”.
Finalmente nos retrotraemos y rebobinamos la cinta. Imaginamos visitar el corazón de Badajoz en el pasado y le pido a Carlos que compare. Lo tiene clarísimo: “está completamente estancado y si alguien ha ayudado a avanzar, desde luego ha sido el ocio y el sector de la hostelería. Denota una gran mejoría pero desde que entró la crisis se ha paralizado y la contribución privada es quien lo está salvando. AL fin y al cabo, somos gente a la que todo esto nos fascina y ya que apostamos por el Barrio Alto, que para mí, es el barrio de la gente, pues deberíamos estar más arropados. Pero mientras, aquí seguiremos construyendo nuestros sueños”.