Se describe como “un personaje que es un “no parar” y un “sin servir”.
Por las referencias que me han dado del protagonista de esta semana en “Cada Punto de Vista” lo imagino como parte fundamental de la historia viva de Badajoz. Sólo nos hemos visto una vez, en los despachos de la Fundación CB donde acordamos la entrevista y ahora, mientras atardece en el Casco Antiguo, , mi baja visión me permite divisar el sol ya rojizo en lo alto del Ayuntamiento y la Catedral. Mientras le espero en la Plaza de España, busco en mi móvil parlante su contacto para telefonearle y ratificar hora y sitio del encuentro. Es curioso pero cuando el Voice Over, es decir, el lector de pantalla del iPhone se escucha en la calle, como en esta ocasión, la gente se sorprende y por ejemplo, los grupos de viandantes que pasan charlando, callan y escuchan atentos y a veces al alejarse los oigo murmurar: “es que es ciega y lleva un teléfono con voz, aclara alguien. “Bueno, ciega del todo no es porque no va con bastón”, aclara entonces el más aclarador de todos. Pues así es. Resulta extraño e incluso paradójico y yo lo entiendo, porque también me hago cargo de la falta de información que existe al respecto de una sociedad que, nunca mejor dicho, en este terreno ve o blanco o negro y olvida o desconoce las diferentes tonalidades de grises que existen. Entre ser ciego total y ver la hierba crecer se presentan cientos de enfermedades oculares que hacen que la realidad se perciba de muchas formas. Soy de las que piensa que, para ayudar a concienciar y por nuestra total integración en la sociedad, tenemos la “obligación moral” de explicar y hacer entender a la gente aquello que podemos ver y aquello que no, según nuestro caso particular y nuestra patología. No ve de igual modo una persona con Glaucoma, como es mi caso, que otra con Retinopatía, por ejemplo.
En esas estoy cuando escucho la voz de Lolo Iglesias a unos metros de mí y deduzco que viene hablando por teléfono con alguien. Justo cuando se propone saludarme,, otro alguien interrumpe y le saluda a él. Me doy cuenta de que es un personaje conocido y querido en la ciudad de la que, me insisto una vez más, forma parte de esa historia viva y a buen seguro me ilustrará en todo lo que me cuente, cuando la gente nos permita, al menos, darnos las buenas tardes y sentarnos a charlar. Afortunadamente por fin sucede y Lolo, cariñoso, me toma del brazo para indicarme dónde está la silla del velador en el que nos sentamos y me confiesa precisamente lo que yo venía pensando: “perdona, es que no sé exactamente lo que llegas a ver, mi niña”. Así, tras una pequeña conversación de esas de concienciar de las que he hablado antes, pulso el REC, aunque primero me comenta que además de a mí, conoció hace años a otra persona en este caso, ciego total, al que yo también conozco. Me habla de Ricardo Abad, el que fue director de la ONCE en Montijo hace años. Pero de Montijo volvemos rápidos a Badajoz y al Barrio Alto y vamos al grano. Le pido el tradicional autorretrato a Lolo Iglesias y en él se describe como Manuel Jesús Iglesias Segura, un personaje que es un “no parar” y un “sin servir”. “Lolo Iglesias se define como un” enrea”, alguien que no destaca en nada pero nada de lo que es humano me resulta ajeno. Soy familia del Montero Genial y su hija Laurencia casó con Enrique Segura Otaño y de ese matrimonio nació mi madre, Isabel que fue la menor. Soy nieto de Enrique Segura Otaño y sobrino de Enrique Segura Covarsí. Además Esperanza su hermana y tía mía era la precursora en la ciudad, de unas tertulias increíbles a las que asistían personajes como pintores, artistas y poetas que regentaban un ambiente variopinto y maravilloso y no como las jaulas de grillos de ahora en donde nadie respeta ni el turno de palabra, ni al resto de personas. En mi casa he respirado cultura. Las paredes fecundas en cuadros del siglo XIX. Se podía ver una importante colección de figuras del propio Felipe Checa o Eugenio Hermoso, entre muchos otros”.
Por fortuna, todo eso que cuenta Lolo no ha quedado para él y su familia. La Fundación CB ha editado más de uno de sus libros y quiero que me hable de ello. “Escribí una semblanza sobre el flamenco. Silverio Falconetti abre en la ciudad un Café Cantante y eso supone un enorme aldabonazo para la afición flamenca de Badajoz que reflejo en ese tríptico. Además, una interesante biografía sobre tres guitarristas flamencos titulada “La Barbería de la Sonanta” que aborda esa conexión entre uno y otro aspecto”.
Desde que hemos comenzado la entrevista no ha parado de aludir a los gitanos y al flamenco y pretendo conocer más sobre su vida personal que tiene tanto que ver con todo esto. De hecho su mujer es gitana. “Gitana y de aquí de Badajoz. Verás, yo viví en Roma cinco años y en Florencia. Me encantaba el arte y también el Carnaval. Esto último me traía a Badajoz y aún recuerdo el año en que me dieron un premio y miles de críticas porque me disfracé de la Virgen de Botoa . EL premio al Puntazo del Carnaval. Esta era una Virgen campechana y proclive a la pitanza y el campo, blanca y alegre, con su manto lleno de colores. Pensé que pegaría para una cosa de carnavales y con mucho respeto, pues me lancé”. “Pero el amor llegó en casa de la conocida como Yeyes, en una de las noches en las que íbamos a escuchar flamenco y cantar y tocar, entre muchos otros, Alejandro o la Caita. Escuchábamos al Tío Borrico, al Terremoto y a muchos más. En una de estas veladas se presentaron cuatro amigas gitanas y una de ellas se convirtió en mi esposa y aquí estamos, que hemos congeniado hasta la fecha”.
Sin duda, con esta semblanza suya, Lolo Iglesias no podría vivir en otro lugar que no fuese el casco Antiguo de Badajoz. Resultaría casi una gran prohibición en su vida. No solo está de acuerdo, sino que se muestra bien orgulloso de ello. “Yo soy del Casco Antiguo. De la calle Calatrava. López Prudencio y ahí en la casa que tenía Antonio Covarsí. Una casa que posteriormente se dividió y está llena de historia. Al principio pensábamos que se trataba de un convento, pero finalmente se nos confirmó que es una construcción civil que, eso sí, posee un claustro precioso. Mi vida está aquí y mi historia y mi futuro. Jamás me movería del Casco Antiguo. No te vas a ir a vivir a Madrid con la que está cayendo ahora, menos todavía. A Madrid hay que ir a pasar unos días y ver actuaciones de flamenco y obras de teatro, conciertos y museos. A eso sí. Allí no se puede vivir. Te asomas a la calle Preciado y solo ves cabezas moverse”.
Por aquí por el Barrio Alto no pasa el tiempo y estamos seguros ante el devenir. Parece que nos han metido en un frasco de formol. Incluso en lo que se refiere a la cultura y Lolo Iglesias lo sabe. “Tenemos unos cantes autóptonos preciosos que se los debemos a la Plaza alta. Esos tangos y jaleos y el toque de la guitarra flamenca en Extremadura. Una personalidad tan señalada y tan nuestra que es una maravilla. Sin embargo, resulta una auténtica pena que no se refleje así en el patrimonio. Un desastre como se encuentra la Puerta del Capitel, por ejemplo. Se te caen los palos del sombrajo cuando llevas al viajero por ahí. Es cierto que se ha conocido una Plaza Alta mucho más degradada, por supuesto. Se han hecho cosas pero queda mucho por avanzar. . Hay solares hechos un desastre y zonas en las que existe el peligro y la droga. Pero eso sí, yo soy de los que piensa que las construcciones nuevas deben situarse en otros lugares de la ciudad. Te vas a San Andrés y ves al lado una cosa que resulta una aberración. El futuro está muy bien pero donde toca. Para mí el tiempo manda”.