“Las asociaciones vecinales también han sido, por desgracia órganos políticos y siempre se implican en ellas los mismos. Yo comencé publicando artículos de opinión en el Hoy, contra proyectos bárbaros que se estaban desarrollando en esta ciudad, porque considero que, durante el franquismo y los últimos cuarenta años la gestión de fondos ha sido devastadora y mira que ha habido proyectos buenos, pues comencé como francotirador contra esas iniciativas y vi que se creaba polémica con ellos y me metí en plataformas como por ejemplo la Plataforma “En Defensa del Hospital Provincial” porque el primer proyecto que se hizo me parecía una barbaridad y menos mal que cambió radicalmente puesto que nos opusimos incluso con manifestaciones y demás”.
Javier se me antoja un hombre con las ideas muy claras y de una iniciativa veloz a la que no puede controlar porque se le desboca. Eso me transmite a la hora de exponer su criterio sobre diferentes aspectos pero también, sobre nuestro “modus operandi” a la hora de realizar la entrevista; de hecho, en este caso, hacemos las cosas al revés de lo habitual. Lo primero, la foto que tiene muy claro donde y cómo la quiere. Es cierto que Teijeiro sigue las crónicas de “Cada Punto de Vista” y conoce la forma de proceder. Una de las últimas, la de Fernando Valdés, es la que ha leído con atención y a ella alude en un momento en nuestra conversación previa, mientras me indica la panorámica de la foto que posteriormente hago en la terraza de su estudio, situado en la calle Donoso Cortés . “Mira”, me repite una y otra vez, como si por repetición, yo fuese ganando vista poco a poco, “¿no ves ahí la Torre de Espantaperros?”. Evidentemente, no la veo. La figuro en lo que mi ojo izquierdo percibe una sombra alargada hacia arriba que se marca en el cielo, pero nada más. Este empeño por que vea cosas no lo he encontrado hoy en Javier, sino muchas otras veces en diferentes personas que reiteran, pese a que les aseguras que no puedes llegar a distinguir esto o aquello, que mires, que te acerques para intentar verlo, etc. No lo asumen, ya que, la baja visión, que nos permite cierta autonomía y movilidad, les hace pensar y les obceca en la idea de que, como hemos visto una escalera o hemos aludido al color de una pared, aquello que ellos señalan, también hemos de visualizarlo. De hecho, nada más terminar de hacer la foto y justo antes de sentarnos en una de las salas grandes y luminosas del estudio de Javier, pasamos por otra más pequeña en la que, situados en una mesa enorme y blanca, hay desplegados unos planos a los que, una vez más, se refiere y me señala para que los mire, sin reparar en que lo único cierto que existe en esos enormes papeles blancos para mí, son unas manchas oscuras.
Arquitecto, persona muy implicada en la vida pública de Badajoz, con varios libros publicados y que ahora tengo frente a mi, sentado y sorprendido de las fotos tan buenas que hago, al menos eso me asegura. Pero ahora llega la foto íntegra, la que se hace el propio invitado en la que cuenta quién es. “Soy un librepensador. Me ha gustado siempre ser un francotirador del activismo y una persona muy ligada a la sociedad civil. Me considero de los que va por libre, humanista, ecologista y al que no le gustan los puestos institucionales. Siempre he estado muy implicado en temas de ecología, patrimonio y urbanismo. Llevo media docena de libros escritos y me veo como historiador local. Desde que llegué aquí en el año ochenta y tres, y terminé mis estudios de arquitectura, empecé a formar parte del Seminario de San Atón y de varias plataformas ciudadanas porque me considero un vocacional de la sociedad civil que ha sido destruida por la partidocracia que para mí, es un monstruo que ha generado este sistema desde el año setenta y ocho”.
Desde luego un “francotirador” también en la contundencia al responder y en su tono de voz que no titubea en ningún momento. Transmite lo que piensa como si fuera auténtica palabra recalcada y necesaria con una rotundidad que me hace exclamar así, de manera como pensamiento en voz alta: “como para ofrecerte a ti un cargo…”. “No, no”, alega en seguida en modo reflexión y se responde apostillando que ya se lo han propuesto. “Alguna vez me han insinuado este tema y he dicho que por supuesto que no. Mientras este sistema no sea una verdadera democracia, nunca participaré en él, sino que lucharé contra él. Yo soy activista y no puedo estar en él si estoy criticándolo, lo que quiero es cambiarlo”.
En cuanto a Badajoz y su Casco Antiguo, quiero saber como lo percibe alguien con unas ideas como las suyas. “Lo veo fatal, horrible, muy mal. Badajoz es una ciudad con un potencial increíble, pero tenemos una clase política que es un desastre y no se preocupa de nada. Son incapaces de gestionar y además de este problema, en Badajoz no hay intelectuales en puestos dirigentes, sino que están denostados. Por tanto, también existe mucha incultura en la ciudadanía con esas tendencias polarizadas que hacen que nada evolucione y se nota en el conservadurismo a ultranza que se ve en asociaciones y colectivos. Es triste decir todo esto, pero es así. Además esa pseudomodernidad caduca y anclada en la socialdemocracia liberal relativista que contrasta con los verdaderos progresistas, los cuales, no están en estas tendencias mayoritarias y resultan invisibles”.
Javier Teijeiro se define como una voz dentro de la sociedad civil y por eso, quiero pararme en su paso por las diferentes plataformas ciudadanas remarcando que, precisamente es el Barrio Alto, un lugar en donde, sirvan o no, sí existen dichas plataformas y sí se visibilizan sus inquietudes. “Están ninguneadas por completo. Las asociaciones vecinales también han sido, por desgracia órganos políticos y siempre se implican en ellas los mismos. Yo comencé publicando artículos de opinión en el Hoy, contra proyectos bárbaros que se estaban desarrollando en esta ciudad, porque considero que, durante el franquismo y los últimos cuarenta años la gestión de fondos ha sido devastadora y mira que ha habido proyectos buenos, pues comencé como francotirador contra esas iniciativas y vi que se creaba polémica con ellos y me metí en plataformas como por ejemplo la Plataforma “En Defensa del Hospital Provincial” porque el primer proyecto que se hizo me parecía una barbaridad y menos mal que cambió radicalmente puesto que nos opusimos incluso con manifestaciones y demás. Nosotros proponíamos que se convirtiera en el auténtico centro cultural de Badajoz, aunque lo que van a hacer ahora, me parece bien. Se habla del Centro de Salud del Casco Antiguo que también lo considero idóneo, pero siempre que el edificio que alberga ahora el actual centro de salud y que es importante y desde el punto de vista patrimonial, se ponga en valor y se conserve y no lo dejen caerse, puesto que está protegido por el Plan General de Badajoz….pues me parece perfecto. Podrían dejarlo como centro cívico de la ciudad. Podría ser perfectamente adaptado y restaurado. Deberíamos de dejar de hacer edificios nuevos cuando hay todo un arsenal de lugares que podrían ser aprovechados. Aquí el problema es que se va parcheando y no existe concepto de ciudad al completo y eso es lo que se ha ido haciendo en el Casco Antiguo”.
En este punto, quiero que Javier se detenga en dos situaciones concretas: la del Campillo y la de la Alcazaba y opine al respecto, para terminar y tratar de sacar su visión de futuro en la que, estoy segura, se mostrará igual de claro y en la misma línea en la que lo ha hecho durante toda nuestra intensa charla. “Otro desastre más. Todo se improvisa y se hace a retales. No se escucha a la ciudadanía que además, tampoco se entera de las cosas. Una vez se saben los hechos, es cuando la sociedad salta y clama y ya es tarde. A veces, en lugar de rehabilitar, se arrasa y hay otros proyectos aún peores. El proyecto nuevo del Parque Ascensión frente al Hospital Universitario pretende acabar con un plan parcial eliminando un jardín histórico y luego se propone hacer zonas verdes en otro lado. No tiene ningún sentido. Para mí, pues, Badajoz es la ciudad de las oportunidades perdidas y ese es su verdadero problema”.