“Nuestros valores son mucho más importantes que las joyas. Siempre decimos que las joyas de Esperanto solo son la excusa para difundirlos”.
Esta vez toca quedarse un poco más fuera del perímetro del Barrio Alto que la semana pasada y llego enseguida y sin grandes complicaciones, si no fuera por alguna vaya situada en medio de la acera que no tiene ningún contraste con el suelo gris. Sí, porque cuando se trata de vayas de colores vivos, claros, como el amarillo, por ejemplo, resaltan con el color pálido de las baldosas y para mi baja visión, resulta mucho más fácil saber de su existencia y bordearlas antes de chocar con ellas o con sus patas sobresalientes y causar el consiguiente estruendo que alerta a los viandantes. Hoy se trata de llegar a una de mis referencias en el Casco Antiguo: el bar Pepe Jerez en la Plaza de España, pero sigo pensando en esto de los colores, los contrastes y las combinaciones, ahora en la ropa y los complementos porque voy a charlar con alguien que diseña joyas y pienso, de repente, cómo se imaginará Isabella García, una de las creadoras de la marca Esperanto Jewelry, mi mundo, mi manera de arreglarme y de tomar decisiones a la hora de llevar determinado anillo, pulsera o colgante, para cada ocasión. Junto con su pareja, se me antojan gente joven con las ideas muy claras y sin miedo a poner toda la carne en el asador en los proyectos que emprenden y además, me vuelvo a encontrar con personas que no llegan a los 35 años en esta particular búsqueda de “Puntos de Vista” en nuestro querido Barrio Alto, que apuestan por habitar sus calles y que lo sienten suyo. Ahora viven en la calle Muñoz Torrero y por eso, el Pepe Jerez a ella le cae a mano y para mí, es un lugar muy fácil de localizar y que visito con cierta asiduidad. Por tanto, decidimos vernos allí o mejor dicho, como bromeo por teléfono, me verá ella a mí.
Acabo de pasar la puerta del Arzobispado y unos metros más adelante, antes de alcanzar la entrada del lugar donde nos íbamos a encontrar, Isabella llama mi atención: “hola Susana, estoy aquí”. Cuando la persona te conoce, al menos físicamente, como en este caso, todo se hace más fácil porque es ella quién te localiza. Habíamos estado hablando por el móvil cinco minutos antes y ya estaba advertida de que llegaría en breve. La historia se sabe rápido; nada más encontrarte con la persona te das cuenta de si conoce la empatía o no. Isabella no solo cuida de que nos encontremos las dos, sino que al llegar a la puerta del local, me avisa diligente de que hay un escalón. Enseguida me encuentro sentada a su lado, en una mesa al fondo del bar, donde podemos estar más tranquilas y ella misma pide a uno de los camareros que quiten volumen a la música mientras hagamos la entrevista.
Como siempre, más que una entrevista es una amena y distendida charla en la que voy descubriendo a una joven de 31 años con las ideas muy claras, mucha personalidad y muy interesada por lo social y lo solidario. Algo que puedo certificar enseguida porque, como en otras ocasiones, a Isabella también le pido que nos haga un autorretrato pero le antepongo los adjetivos de “creativa y social”. Una conclusión que he sacado en tan solo unos minutos previos de conversación que hemos mantenido justo antes de darle al Rec.
“Pues así es, Susana. Me alegro mucho de que hablemos porque nuestra intención es caminar cada vez más con la marca, hacia la inclusión y la diversidad. A través de las creaciones que hacemos, pretendemos conocer esa otra realidad, como la tuya, esos otros puntos de vista”. Y a mí me parece genial, lógicamente. Pero retomo para que Isabella se autodescriba, a sabiendas de que la mayoría de la gente que tenga referencias de ella, la relaciona con los diseños de Esperanto Jewelry. “Pues Isabella es una chica de Montijo que, a los 18 años salió de su casa para estudiar Comunicación Audiovisual aquí en Badajoz y que se ha ido moviendo, viviendo en varios sitios, pero siempre en Extremadura. No he abandonado nunca mi tierra. Desde hace dos años volví a mudarme a esta ciudad, ya con Emilio, mi pareja y a dedicarnos a nuestro proyecto”.
Quiero saber cómo comienza todo, cómo nace Esperanto Joyería y se sitúa en el lugar en el que hoy está. Nos retrotraemos en el tiempo para que Isabella haga historia: una historia corta pero intensa y sin miedo al riesgo. “Hace algunos años, en 2014 más concretamente, empecé a conocer el mundo de las tiendas online trabajando con un amigo que comenzaba a despuntar en ese mundo. No me lo pienso y monto una tienda enseguida que se llamaba People Art y que consistía en una serie de gente que presentaban productos totalmente artesanos. Me gustaba llamarle “Bazar”. Todas las cosas estaban fabricadas en España y el diseño era ya algo muy importante. Nos dimos cuenta que la sección de complementos funcionaba muy bien en ese momento. Coincidió que Emilio estaba trabajando en Cristian Lay que, como sabes, se dedica al mundo de la joyería y esa fue la puerta de entrada a todo lo que llegaría después, es decir, a diseñar y fabricar nuestras propias joyas y comercializarlas. Ha sido aquí en Badajoz, desde hace dos años, donde se ha ido fraguando la marca y donde hemos ido construyendo nuestros valores que son mucho más importantes que las piezas . Siempre decimos que las joyas de Esperanto solo son la excusa para difundirlos”.
Me fascina esta afirmación y reflexiono con Isabella sobre lo que suponía llevar o tener, o que regalasen joyas hace años y lo que significa hoy en día. La joya aparecía como símbolo de elitismo, riqueza, clase social, aristocracia. A eso era a lo que sonaba en el pasado y gracias a marcas como esta, ahora las perspectivas están cambiando. Isabella lo tiene claro: nosotros hemos querido retomar ese valor que tenía inicialmente la joya. Fabricamos en Extremadura con todo lo que eso supone, porque sabemos que fabricar fuera abarata mucho los costes. Sin embargo apostamos por fabricar en España y por lanzar productos en edición limitada porque pretendemos conservar que la joya sea algo especial. Queremos que vuelva ese sentimiento de ser único o única al llevar determinada pieza, cosa que ahora pasa menos por la accesibilidad de todos a la bisutería. Esperanto propone sobre todo la parte social también, que aparece directamente desde el corazón. Emilio Jiménez, mi pareja, la otra parte del proyecto y fotógrafo, estuvo muy censurado por ser un profesional que trabaja esencialmente fotos de desnudos y como nuestra marca nació pequeñita y sin pretensiones, decidimos dejar hacer a Emilio lo que quisiese. Que retratase a la mujer como le inspirase y ese ha sido nuestro hilo conductor, porque retratar a la mujer como él quisiera, supuso retratarla de manera natural. Es ahí donde reside la verdadera diversidad, la del mundo real y que es la que ofrecemos dentro de nuestras posibilidades. Para nosotros, existe un concepto que es el del lujo accesible, porque realmente, es un lujo poder tener una pieza de edición limitada en un mundo tan enorme, pero el precio resulta totalmente asequible. Bajamos la joya de lo celestial a lo terrenal para que se convierta toda persona en única”.
Aprovecho y yo también la bajo al suelo asegurándole otra realidad que también es cierta y que nos persigue sin cesar: la del mundo de la imagen en el que todo o casi todo entra por los ojos y además, debe ser perfecto. “Si, es verdad que vivimos en el mundo de Instagram, pero paradógicamente, en esta sociedad que se cree tan perfecta, cada vez están surgiendo más movimientos potentes con el objetivo de defender derechos, como por ejemplo el de la comunidad LGTBI con los que también estamos aliados. Desde aquí quiero hacer un llamamiento porque no conseguimos tanta diversidad como queremos y eso es una muestra de que, en realidad, las mujeres, incluso cualquier persona, independientemente de su género, estamos coartados por esa supuesta perfección. Ponerte delante de una cámara o un espejo y que éste represente tu físico, no es tan fácil si tú no te aceptas. Por eso, en nuestra página, aún siguen entrando una mayoría de mujeres normativas que, por supuesto también tienen su lugar, son realidad y forman parte de este mundo. De hecho, ninguna de ellas es modelo profesional, sólo son nuestras amigas. Pero por esta razón, hago este llamamiento desde aquí, para que cualquier persona que lo desee, entre en nuestra web y se ponga delante de nuestras cámaras y represente esa realidad diversa y auténtica”.
Auténtica, apostillo y además maravillosa, porque un mundo en el que todos seamos iguales, resultaría tremendamente aburrido. Isabella asiente y comenta en esta misma línea, la pretensión de su marca. “Las imperfecciones son naturaleza y eso es lo que nosotros pretendemos mostrar. También aportar un granito de arena para que el mundo se haga un poco más justo. Que las personas que se sitúen detrás de nuestras cámaras se sientan representadas porque, además recibimos muchos mensajes de gente que nos agradece el trabajo y asegura que se ve reflejada. Además, lo bueno de la joya es que no se adapta a talla, como la ropa. Quizá la ropa sí te etiquete un poco más, pero la joyería no. Un pendiente lo único que necesita es el agujero de la oreja para encajar, por ejemplo. Por eso digo que resulta más inclusiva que la ropa”.
Finalmente, no quiero terminar mi interesante conversación con Isabella, sin hablar de por qué vive donde vive. Por qué el Barrio Alto y no cualquier otro lugar de Badajoz. La razón, que comparte con Emilio Jiménez, su pareja, es “una única y lapidaria”, asegura rotunda: “para nosotros, Badajoz es íntegro el Casco Antiguo. No hay más opciones. Sé que Badajoz es una ciudad diversa, barata e incluso cómoda, mediana, y tranquila. Podríamos vivir en cualquier barrio. Pero lo tenemos muy claro y no buscaríamos otro sitio. Para nosotros Badajoz se reduce al Casco porque tenemos y sentimos esa bonita atracción por lo bohemio, por lo dejado y lo decadente. El casco es la historia de una ciudad. Nos encanta ese aspecto que puede tener hasta de arrabal. Es cierto que hay cosas negativas; ojalá nuestro Ayuntamiento o a quien corresponda pueda mejorarlas, pero para nosotros pesan más las buenas. Estar cerca de calles peatonales, al lado de la Plaza de España, tener todo tan a mano, poder venir aquí donde estamos ahora o disfrutar de otros muchos lugares de hostelería que están abriendo personas tan arriesgadas e intrépidas como nosotros”.
Pues así me quedo, con las ganas y el ahínco de los jóvenes que como Isabella, califican de idílico un paseo en su Barrio Alto un sábado por la mañana y que no solo disfrutan de ello, sino que además lo reafirman en sus vivencias.