El título que alberga las crónicas que voy grabando y escribiendo, no puede ser más alusivo a que debo aceptar y cada día lo intento, que vivo en una sociedad en la que todo o casi todo entra por los ojos. La sociedad de la imagen, del aspecto y de las miradas con significado propio, que se cruzan en las conversaciones y que adquieren, a veces, incluso mucho más poder que una sola palabra pero que, para las personas ciegas o con baja visión, no existen. En mis andanzas por un Casco Antiguo que cada día quiero más, esa realidad persiste y me hace recordar que soy periodista pero periodista con baja visión.
En este último episodio de hacer memoria, me acuerdo de cuando me visitó el sarcasmo y me dije: me parece que voy a plantearme seriamente cambiarle el nombre a la sección y en lugar de que se llame “Cada Punto de Vista”, rebautizarla con el título de “Cada Punto de Valla”. En esos pensamientos andaba mientras caminaba con toda la cautela hacia un local con una personalidad arrolladora, entrañable por lo de dulce y atrevido y risueño, por lo de loco. Me gusta la empatía que se respira y por supuesto la autenticidad de gente como ellas. Aquella semana fui a “Dulce Locura”. Confieso que me vuelven loca, precisamente sus trapos, pero sobre todo el cariño y el mimo con el que Margo trata siempre, a una clienta con Baja visión, o sea yo. Frente a las enormes dificultades que sorteamos en grandes superficies que nos resultan verdaderas junglas donde no encontramos nada de forma independiente y la pseudoalternativa de comprar online que no se presenta accesible para nosotros en multitud de ocasiones, están ella y su “Dulce Locura” que parecen parar el tiempo frente a cada prenda que toco y me gusta. Nunca hay prisa, me explica cada color, cada dibujo y cada frase, porque yo soy la de las frases en la ropa y como le he dicho muchas veces, si viese estaría todo el día leyendo frases en la ropa, en las tazas, en los sobres de azúcar, en todos lados.
Cuando tuve ante mí, la puerta del local, me encontré justo detrás, saliendo de la Cubana, a Margo con el pequeño gran Luismi, el hijo de nuestro invitado de hace algunas semanas, Armando Mazueco, que según me contó, había ido a verla para saldar un negocio que firmaron hace días: el viernes, o sea hoy, ella le prometió comprarle un pompero y Luismi, acaba de hacer realidad eso de que lo que se promete, pues se cumple y tan contento. En primera fila, y así sin que ellos lo supieran, me di cuenta del verdadero espíritu de vecindad y de cariño que inunda las calles de este Barrio Alto que, cada vez quiero más.
Las personas que podéis ver, con un barrido de cámara, como digo yo, en el que miráis de un plumazo todo en general, ya captáis información de muchos aspectos. Ya sabéis si os gusta el estilo de la ropa, por ejemplo. Quienes no vemos o contamos con un resto visual mínimo, sin embargo, vamos tocando por cada perchero prácticamente prenda a prenda: su forma, sus partes, su tejido, sus botones u otros complementos que lleve, etc. Todo este proceso resulta mucho más lento y tedioso pero se disfruta un montón si, como es mi caso, nos gusta comprarnos trapos. Ese es, sin duda, uno de los mayores encantos y a la vez, requisito indispensable con el que se cuenta en el comercio del Barrio Alto y que es accesible cien por cien para las personas como yo.
Hay ocasiones en las que las personas que vivimos con baja visión tenemos que conjugar nuestro poco resto visual con otros aspectos para localizar exactamente un lugar. Aspectos tales como un olor, un ruido característico o alguna señal podotáctil que nos indique que nos encontramos justo ante la puerta del sitio al que vamos. Conozco muy bien, casi palmo a palmo la calle Obispo San Juan de Ribera pero me cuesta localizar un punto exacto en ella. La peluquería de Eva Correa, la protagonista de mi particular “Punto de Vista” de otra de las semanas y que me estaba esperando con las manos en la masa, puesto que era viernes y a medio día y no podría parar ni dejar de atender a las clientas de un negocio que se ha mudado a pleno Barrio Alto, tan solo hace un año.
Lo que me pasó aquel día con la puerta del negocio de Eva Correa, me pasa en otras ocasiones en las que no tengo referencias que me ayuden a encontrar exactamente el local y además, me pregunto siempre, pensando en toda la información visual que se me escapa, ¿Cuántas veces habré pasado delante de un escaparate con ropa preciosa y a mi gusto y me lo habré perdido?. ¿Cuántas veces habré buscado una farmacia, un veinticuatro horas por una necesidad y habré pasado por delante y no me habré enterado?. ¿Cuántas ofertas de esas anunciadas en carteles grandes en las tiendas se me habrán escapado por no verlas?. Sí, ya sé que todo tiene solución, que hoy existe internet y mil formas de conseguir esas cosas. Pero también sé que la calle es un cúmulo de información visual que yo me pierdo y la verdad, da rabia y una siente envidia sana de la gente que sí puede acceder a ello sin complicaciones. Una cosa, no quita la otra.
Recuerdo mi conversación con Alba Sánchez, en la que reflexionáramos sobre eso. Hasta la comida entra por los ojos antes que por la boca:
“ ¿Cómo será la cocina de Alba?, me pregunté y le pregunté, apostillando que tal y como están las cosas, seguro que es versátil. “Yo la denomino “cocina fusión”, porque es un concepto de tapas para compartir. No se trata de raciones, pero tampoco algo tipo pequeño que se toma con una cerveza. Hago platos para compartir y que también entren por la vista, ya que se ponen en platos de colores y con diseños vistosos, alegres y divertidos. Cada cosa va en diferentes bajillas con distintas formas y no son grandes cantidades, pero tampoco lo mínimo. Es más picoteo, al medio y variado. No tengo ningún plato especial, porque no quiero que este sea el típico sitio que se diga eso de “vamos a comer cabrito a no sé donde”. No, mi dinámica no es esa. A mi me encanta innovar, aquí cambio la carta cada tres meses, trabajo con productos frescos y de temporada, busco y consulto en internet y compro online en Madrid, Sevilla, etc.
Lo dicho, el título de esta sección, de este racimo de crónicas y las que vendrán, le va que ni pintado. “Cada Punto de Vista” ya está regresando de sus vacaciones y como siempre, lo veremos todo de color de rosa, ya lo creo que sí y esperamos contar con el privilegio de seguir “viendo” de otro modo y con otros ojos nuestro maravilloso Casco Antiguo.