“La ONCE para nosotros, los afiliados en general y quienes comenzamos por los años ochenta en particular, se trata de una auténtica forma de vida. Nosotros trabajamos en la ONCE, pero no dejamos de ser ciegos cuando salimos a la calle. Yo, al ir del trabajo a mi casa o de mi casa al colegio de mis hijos, al final, siempre soy ciego y por mucho que luchemos por la igualdad de las personas vivimos el día a día que tratamos de mejorar”.
Se nota que es Navidad. Sí, pese a la pandemia y pese a todo y no hablo ahora de las luces, la gente comprando o los villancicos de San Francisco. Se nota por lo que escucho. Por lo que escucho y sobre todo por cómo lo escucho porque delante de mí hay una familia charlando con un acento gallego precioso y que resalta mi atención de entre otros grupos de gente que me adelantan o se quedan atrás en mi paseo. Hace tan solo unos minutos también un abuelo indiscutiblemente pacense, por su forma de expresarse, le resolvía dudas sobre un juguete que llevaba en la mano a su nieto quien,, sin duda alguna venía de visita a Extremadura desde algún lugar de Cataluña. También lo descubrí por lo mismo, por su acento y esa forma tan peculiar que tienen de pronunciar la letra “L”. Cuando caminamos por la calle, a veces no evidenciamos que, además de la vista, poseemos otros sentidos como el oído o el olfato que también pueden ayudarnos y darnos muchas pistas útiles. Las personas con baja visión sabemos bien tirar de ellos cuando hacen falta y mucha gente siempre suele decir aquello de que tenemos más desarrolladas otras facultades. Mientras voy llegando a un lugar que conozco muy bien desde hace muchos años, la ONCE, situada en Ronda del Pilar, reflexiono sobre este asunto y una vez más, me repito la respuesta que suelo darle a aquellos que incluso te aseguran que admiran cómo te mueves o te desenvuelves por la vida. Es sencillo; se trata del instinto de supervivencia que tenemos todos y cada uno de nosotros. Es el “plan B”, digo yo, o algo así que la propia naturaleza nos tiene preparado: cuando no se puede de una forma, pues que nos resulte posible de otra. Solo hay que buscarse las mañas para lograrlo y ya está. Se trata de algo, ni sencillo, ni complicado, simplemente útil. Vamos, que a veces, no queda otra. Seguro que mi entrevistado de esta semana conoce muy bien esto de lo que estoy hablando. Es curioso, pero como él mismo ya me ha comentado en broma, vamos a estar dos ciegos charlando en una sección que se llama “Cada Punto de Vista”. Curioso, cuando menos, ¿verdad?.
Entro en la sede de la Delegación Territorial de la ONCE casi como en mi casa porque conozco desde pequeña palmo a palmo todas y cada una de sus estancias. De todas formas como el Covid lo ha modificado todo, sé que debo tener cuidado con las vallas que indican la dirección en la que debemos entrar y salir y me dirijo en línea recta a tocar con mi pie el pedal mientras coloco la mano bajo el dispensador de gel desinfectante y entonces, la voz dulce y risueña de Isabel, que se encarga de la recepción ya me saluda y me anuncia que arriba me espera el Delegado. Hay sitios en los que el entorno y las personas te hacen sentirte casi como en tu casa. Este es uno de esos lugares donde todo está adecuado y adaptado y si no, una voz detrás de ti te indicará dónde y cómo. Así, me sitúo frente a la puerta del ascensor y busco el botón, cuando se abre, una voz me confirma que puedo entrar y vuelvo a buscar el botón que me indica en Braille el segundo piso. Bien es cierto que cada vez son más los ascensores que cuentan con botoneras en sistema Braille, por ejemplo, pienso mientras asciende la máquina conmigo dentro. Pero aún faltan muchas cosas por hacer para conseguir la autonomía total. Cuando la puerta se abre, una vez más aparece en mi ese sentimiento de seguridad de saber dónde voy y confronta con la jungla que es en ocasiones la calle con sus obras y obstáculos y algunos edificios o situaciones. Hoy toca todo lo contrario, parece ser. Me paro frente a la puerta y con mis manos constato que se trata del despacho del delegado. Así reza en un cartel en Braille por el que paseo mis dedos y otra vez, me siento poderosa por el simple hecho de poder leer un rótulo que siempre lee el que ve que va conmigo, en situaciones cotidianas y que ahora yo sola puedo, yo sola puedo’¡¡. Dejo atrás mi mundo ideal y me sitúo en la realidad cuando la voz de Fernando me indica que puedo pasar y eso hago. Atravieso la estancia del despacho contiguo al que me dirijo y cuando entro, Fernando me espera de pie, junto a la mesa grande y redonda que utiliza para las reuniones y ambos, tomamos asiento aunque antes se retira a su mesa donde el Jaws, el lector de pantalla que utilizamos las personas ciegas para poder manejar el ordenador y que transforma el texto en voz, anuncia que llegan nuevos correos a la bandeja de entrada. Fernando lo calla para que podamos comenzar la entrevista y nuestra primera reflexión pasa porque la figura del invitado de esta semana, no solo tiene que ver en lo que se refiere a lo laboral con el Casco Antiguo, sino también en lo personal y eso que Fernando no es natural de Badajoz, pero sí que trabaja y reside en el corazón de una ciudad que, como ha reconocido en más de una ocasión, le arropa y acepta.
En cuanto se cruza una palabra con Fernando, se descubre que de Badajoz, precisamente no es. Sin más, lanzo la pregunta del autorretrato para que él mismo desvele de dónde procede ese acento tan marcado. ¿Quién es Fernando Iglesias?. “Nací hace cuarenta y ocho años en Valladolid. Soy castellano aunque ahora lleve ya seis años siendo pacense de adopción, aunque ayer mismo descubrí que puede decirse también “badajocense”, de un escrito del propio alcalde. Pero yo me quedo con el término “pacense”, me gusta más. Tengo una patología visual denominada Retinosis Pigmentaria que hace ir perdiendo la vista poco a poco y con diecisiete años me afilié a la ONCE. Posteriormente, terminé mis estudios universitarios de magisterio por Educación Especial y una licenciatura en Psicopedagogía. Estuve un año vendiendo el cupón y a partir del 2001 comencé a acceder a ciertos cargos de responsabilidad en la institución. Desempeñé la función de Director de la ONCE en Soria , fui Jefe de Servicios Sociales en Cantabria y en un departamento en Madrid y en 2005 llegué a a la dirección de la Fundación Once para América Latina donde me encargué de coordinar la cooperación durante diez años. Finalmente en 2015 recaí en esta tierra como Delegado Territorial. Estoy casado, tengo dos hijos y vivo en el Barrio Alto”.
De principio a fin en esta autopresentación de perfecta cronología, un hilo conductor en la vida de Fernando Iglesias: la ONCE. ”Evidentemente, la ONCE para nosotros, los afiliados en general y quienes comenzamos por los años ochenta en particular, se trata de una auténtica forma de vida. Nosotros trabajamos en la ONCE, pero no dejamos de ser ciegos cuando salimos a la calle. Yo, al ir del trabajo a mi casa o de mi casa al colegio de mis hijos, al final, siempre soy ciego y por mucho que luchemos por la igualdad de las personas vivimos el día a día que tratamos de mejorar. No hablamos en nombre de otros, hablamos en nuestro propio nombre. La ONCE es una institución pionera en el mundo, lo primero, gracias al esfuerzo que hace ochenta y dos años, realizaron un puñado de ciegos que se unieron y comenzaron a desenvolverse para tratar de conseguir objetivos juntos. Padecer una discapacidad visual es algo complicado que no se le desea a nadie y si estamos aquí también es porque la sociedad sabe que, si alguna vez les pasa, estaremos aquí para respaldarles . Dentro de lo malo, podemos decir que ser ciego en España es menos malo que serlo en otros países. Estamos al lado de Portugal, pues podemos afirmar que no es lo mismo ser ciego aquí que allí”.
¿Y cómo es ser ciego en Badajoz, Fernando?.
“Pues… A días. Mira, te cuento el recorrido que esta misma mañana he hecho para venir aquí. En el López de Ayala, en este momento hay una obra porque se está reparando una cornisa, creo. Por lo tanto, hay unas vallas puestas que te las encuentras y que tienes que evitar. A veces están las vallas solo, otras veces hay vallas y unas cintas que las unen, . Además, a la altura de la calle Padre Rafael me he encontrado vallas apiladas que supongo que serán de cuando hay eventos en San Francisco, que las dejan ahí hasta que llegan a por ellas y casi siempre están delante de los pasos de cebra. No todos los semáforos, ni mucho menos son audibles y al final pues es lo que te encuentras. Cuando las cosas en la ciudad pueden ser mejorables sólo poniéndose un instante en la piel del otro. Aunque también es cierto que debemos mejorar aspectos como ciudadanos. Por ejemplo, esos coches mal aparcados en sitios como pasos de peatones. Los camiones en carga y descarga en medio de las calles, etc. Queda aún mucho por hacer y tenemos que luchar por conseguirlo”.
El recorrido desde su casa hasta su puesto de trabajo en la sede de la Delegación Territorial de la ONCE, hace que Iglesias recorra cada día las calles del Casco Antiguo y quiero saber cómo analiza la situación de esta zona con respecto al resto de la ciudad. “El Casco Antiguo tiene sus peculiaridades precisamente porque es eso, antiguo. Algunas de sus calles son rectas y paralelas, cosa que a nosotros nos viene bien. Pero por ejemplo, yo tengo que pasar por la calle Pizarro para llegar a Menacho y cuando se abre la acera que da a la plaza López de Ayala, ese tramo me resulta dificultoso porque las esquinas no están igualadas. Es decir no se alinean los árboles, las aceras y los bancos. Además, las esquinas no son fáciles de transitar y no se encuentra bien la pared que te lleva al otro semáforo. Las personas con discapacidad visual necesitamos referencias y esa es una de las zonas en las que no las tenemos”.
En este momento voy a pronunciar dos palabras mágicas de las que, a buen seguro, Fernando tendrá algo que decir, como yo y como todas aquellas personas ciegas o con baja visión que transitamos por Badajoz; estas palabras son “plataforma única”. “Pues sí, Susana. Plataforma única y si ya le unes coches eléctricos, pues te sale el más difícil todavía. Uno de nuestros sentidos más potenciados es el oído y a veces te encuentras encima alguno de estos coches porque no se oyen y te llevas un susto tremendo. Además, efectivamente para nosotros las plataformas únicas, si no tienen referencias en el suelo, son muy difíciles de identificar. Santo Domingo o el cruce que va para la calle Obispo, que está en la esquina de Juan Carlos I resultan muy peligrosos. Además hay veces que me encuentro con que los coches que bajan de la Plaza Alta van a una velocidad tremenda y eso no es fácil de controlar más cuando se trata de calles estrechas en las que te tienes que pegar todo lo que puedes a la pared”.
No me gustaría concluir nuestra charla sin conocer la razón que lleva a Fernando y su mujer a decidirse hace seis años, cuando llegaron a Badajoz, por residir en el Casco Antiguo y no en cualquier otra zona más moderna y sobre todo, por qué a día de hoy continúan viviendo en nuestro Barrio Alto. “Pues lo tuvimos y lo tenemos claro. De hecho acabamos de hacer un cambio de domicilio y lo hemos hecho, de una calle a la siguiente. A mi me gusta sentirme autónomo y lo que te aporta vivir en el centro es que todo lo tienes a la mano sin necesidad de utilizar transporte. Además me encanta la tienda de proximidad y eso lo he recuperado al llegar a Badajoz. Ahora tengo la carnicería de la esquina, la frutería de al lado o el comercio de en frente. Esas tiendas de barrio de las que tenemos en el Casco Antiguo. Eso sí, vamos viendo cómo tristemente cierran unos y abren otros. Otra cosa que he vivido en Badajoz y que no tenía desde hacía tiempo, es la cercanía y la relación con los vecinos. Algo que en otros barrios no hay. He notado ese sentimiento de pertenencia hablando con vecinos que me confiesan que llevan toda la vida viviendo aquí y les encanta. Finalmente una tercera ventaja que nos ha sorprendido gratamente y que no esperábamos: que vivimos en el barrio de las artes y que la actividad cultural no cesa y se promociona muchísimo. De hecho uno de los principales motores de la dinamización de estas actividades es la Fundación CB y de verdad que muchos ciudadanos como es nuestro caso, consideramos y valoramos mucho estas acciones en Badajoz donde ojalá sigan proliferando cada día más”.