“La calle y concretamente nuestro Barrio Alto, nos da interacción con la gente. Vivimos en una ciudad comercial, no solo turística y los que te escuchan en Badajoz son gente de aquí y de los pueblos vecinos que viene de compras. Lo bonito es que te conocen y resulta muy satisfactorio porque en el centro de Badajoz, te sientes valorado, escuchado y pese a que te oye día a día, el ciudadano te sigue y te considera”.
De tanto transitar por mi querido Casco Antiguo, el “Barrio de las Artes”, legítimamente denominado así, ya me conozco las esquinas y lugares, en general, en los que sé a ciencia cierta que suelen colocarse los músicos callejeros, a quienes estamos dedicando estos particulares “Puntos de Vista” o mejor dicho de oído, durante todo septiembre. En estos días, percibo el Casco como más especial aún; el regreso de la gente de sus vacaciones, la temperatura agradable que se respira, tras el incipiente calor de agosto y ellos, que, como los niños en sus aulas estos días de vuelta al cole, también llenan de nuevo las calles con sus melodías. Si a todo ello, le añadimos que los espacios por los que camino ahora no están demasiado llenos de obras ni vallas, pues un mundo ideal, la verdad.
Fernando Barrios, músico en la calle y protagonista espontáneo, es decir, sin quedada previa, de esta semana, ha sido, clandestinamente, aunque ahora ya lo sepa, banda sonora maravillosa, en más de una ocasión, del principio de mis crónicas, ya que cuando paso junto a ellos, siempre me gusta transmitirlo para que los oyentes del podcast, sientan lo mismo que yo. Para transportarlos por unos instantes al Casco. A veces, me los imagino en su casa, escuchando esos segundos de pieza musical en directo, desde la calle, con los ojos cerrados y me gusta pensar que valoran el regalo que les hago y les hacen, en forma de notas musicales o de voz. La música siempre acaricia el alma y es mágico escucharla. De hecho, en nuestra introducción ya asegura Fernando que “el instrumento es “una prolongación de nuestro cuerpo, de nuestra voz”.
Me encuentro en la calle Menacho en una mañana de septiembre amable, con una temperatura ideal y que se me antoja que canta y sonríe a todo aquel que visita este lugar. En una de las esquinas, en la que se sitúan normalmente los músicos callejeros, justo en la puerta de la tienda Ive Rocher, me encuentro con Fernando Barrios, su ampli y su saxofón, interpretando una pieza de jazz. Lo de la mañana amable se extrapola a quienes forman parte de ella, porque Fernando se presta sin inconvenientes a nuestra charla. “Hoy con el saxo, pero a veces salgo con la guitarra también y lo que más me gusta, es hacer música improvisada. En ocasiones creo yo mis propias bases con la guitarra o las traigo ya fabricadas desde casa y las decoro tocando sobre ellas con el saxo”.
Autorretrato musical así sin más el que se hace Fernando, pero quiero también que nos hable de él y nos cuente quién es Fernando Barrios. “”Es un chaval de Fuente del Maestre que llega un día a estudiar Psicología a Badajoz y que pensó después que no quería dedicarse a ello, sino a su verdadera pasión: la música. La música me había acompañado siempre en mi vida, en mi forma de expresar mis estados de ánimo y llegó un día que me decidí formalmente a tocar y componer jazz y dedicarme a ello en la medida que pudiera y ahí estoy”.
Tengo curiosidad por saber qué estudios musicales tiene o cómo está aprendiendo a tocar. De qué manera se acerca él a la música. “Soy un poco autodidacta, dentro de que estamos en un momento en el que todo viene explicado en tutoriales en todas las plataformas en donde se nos da un montón de información. Pero desde hace dos años, he estado metido en escuelas de jazz, como por ejemplo, en el Instituto de Música Moderna de Extremadura, en Almendralejo y ahora, además, con la intención de prepararme las pruebas para entrar en el Conservatorio Superior de Jazz”.
Otra vez el jazz. Me pregunto qué tiene este estilo musical o esta especie de forma de vida para muchos músicos, cuál es la razón de que les enganche tanto y de nuevo, lo tengo que preguntar a Fernando. “Es que el jazz nos proporciona una estructura musical sobre la que poder improvisar y es preciosa la interacción, cuando estamos tocando en grupo. Es además, una manera de comunicar y expresar impresionante, tanto entre los propios músicos que están creando una misma pieza, como con el público que te ve y escucha”.
Jazz y en el Casco Antiguo. Un patrón que se repite en Badajoz. ¿Por qué será?. ¿Qué tiene el Casco Antiguo para los músicos? “La calle y concretamente nuestro Barrio Alto, nos da interacción con la gente. Vivimos en una ciudad comercial, no solo turística y los que te escuchan son la gente de aquí y de los pueblos vecinos que viene de compras. Lo bonito es que te conocen y resulta muy satisfactorio porque en el centro de Badajoz, te sientes valorado, escuchado y pese a que te oye día a día, el ciudadano te sigue y te considera. Por eso merece la pena”.
Como a todos, a Fernando Barrios, también le hago reflexionar sobre la ordenanza municipal relacionada con la gestión de la música en las calles. “Me parece maravillosa la iniciativa que ha tenido el Colectivo “La Hoguera”, de intentar unirse y organizarse para ofrecer su opinión. Yo colaboro con ellos porque, ya que toco en la calle, me parecía que debía adquirir alguna responsabilidad con todo este asunto. Entiendo que haya momentos en los que, la música en la calle, pueda molestar a alguien. De hecho, en una ocasión un comerciante me pidió que me retirase unos metros y lo hizo educadamente y con respeto. Por supuesto yo lo comprendí y sin problemas. Me parece legítimo y respetable porque forma parte de la convivencia. Pero la gran mayoría pues está encantada con la música”.
Badajoz alberga un Casco que toca y canta, como me gusta decir. Pero no es la única ciudad, ni de España, ni de Europa, por fortuna. Fernando apunta que esto de tocar y cantar en las calles es tendencia. “Sobre todo se da en los jóvenes que andamos estudiando música y que nos queremos dedicar a ello. Nuestro primer escenario es la calle. Yo he tocado mucho en Mérida o Lisboa y lo más bonito también, es que vas conociendo a gente que hace lo mismo que tú. Las esquinas y las plazas son de todos y de nadie a la vez. Nos respetamos y vamos cambiando de sitio y hablando entre nosotros para buscar el beneficio conjunto”.
Antes de marcharme y dejar que los viandantes de Menacho sigan disfrutando de la melodía del saxo de Fernando, una cuestión general sobre su querido escenario: ¿cómo ve ahora mismo nuestro Casco Antiguo? “Veo el Barrio Alto lleno de vida y estoy muy contento con lo que tenemos. Veo gente joven, gente mayor, niños, etc y todos conviven en armonía. Es cierto que hay aspectos mejorables pero confío en que caminamos hacia buen puerto”.